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Un dedo de Estado

Entre el castigo de Dios por la culpa original que pintó Masaccio y el castigo de Sánchez por la culpa endosada que señala el dedo de Simancas hay la distancia que separa a la vergüenza de la abyección

Ignacio Ruiz-Quintano

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He visto en una foto a Simancas, el Besteiro de Kehl (Alemania), señalar con el dedo (¡ah, aquel «dedo moreno» de Franco, que decía Pemán!) la puerta de salida a Paz Esteban, chivo expiatorio (los chivos expiatorios, escribe Jünger a Schmitt, no tienen nada de ... malo: «¡A cada cual su chivo expiatorio!») del voyeurismo sanchista a los separatistas en el CNI. Obama tuvo pinchado el móvil de frau Merkel y se tomó como una chiquillada.

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