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Una raya en el agua

La verdad de las mentiras

Ante los militantes inquietos aflora el relato sincero: que es el poder lo que está en juego y que mucho cuidado con eso

Ignacio Camacho

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Al final van a acabar siendo sinceros, aunque sólo en voz baja, por imperativo de la realidad. Hay que escuchar a Ábalos, el capataz del aparato, un político de brocha gorda que sabe que en las Casas del Pueblo, cuando la gente pregunta «cómo habéis ... hecho esto», no vale el guion de la factoría de relatos de La Moncloa. Eso de la agenda del reencuentro y demás cursiladas no se lo cree nadie por mucho que lo trompetee en los medios adictos la brigada turiferaria del sanchismo. Así que toca llamar a filas prietas y decir la verdad, o parte al menos, para frenar la crecida del descontento. Y entonces suenan, como ayer en Mérida, los argumentos auténticos: que las críticas a los indultos son armas para el adversario, que el jefe siempre tiene razón en virtud del Artículo Primero y que cuando no la tenga da igual porque hay que obedecerlo. O sea, que aunque el asunto no guste, cómo va a gustar, no queda más remedio que tragárselo en silencio. Que ni concordia ni zarandajas: es el poder lo que está en juego y mucho cuidado con eso. Nos vamos entendiendo.

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