La «guerra de gila»
LLUEVE sobre mojado en la pésima gestión del secuestro del atunero «Alakrana». Hace tres semanas desde que se produjo el acto de piratería y el nerviosismo entre las familias crece después de varios días sin contactos, por mucho que el Ejecutivo asegure tener constancia de ... que los marineros no han sufrido daños. Mientras la negociación parece estancada, se anuncian movilizaciones en Bermeo y se estudia la posibilidad de otras acciones en los puertos afectados. Para colmo de males, jueces y fiscales de la Audiencia Nacional, así como la Fiscalía de Menores de Madrid, están enredados en un conflicto de competencias que ofrece una sensación de desbarajuste colectivo. Por una parte, el juez Santiago Pedraz dejó en libertad a uno de los somalíes detenidos y traídos a España por orden del juez Baltasar Garzón a la vista del informe de los forenses que no determina con certeza su mayoría de edad, si bien otro informe, posterior. determinó ayer que el pirata tiene 18 años. A su vez, la Fiscalía de Madrid rechazó hacerse cargo del joven pirata por su falta de atribuciones sobre delitos cometidos por menores en el extranjero. Por fin, la Fiscalía de la Audiencia Nacional ha logrado su internamiento en un centro de menores, en régimen cerrado, evitando así la imagen sorprendente de un imputado por secuestro paseando por las calles de Madrid.
Mientras Francia y otros países de la UE actúan de forma contundente, sin perjuicio de las necesarias garantías jurídicas, el Ministerio de Defensa y los demás departamentos implicados ofrecen una sensación de incapacidad manifiesta para actuar con arreglo al sentido común que recuerda a la «guerra de Gila». Los precedentes tampoco ayudan a reforzar el respeto que inspiran las autoridades españolas, porque -como es lógico- los secuestradores saben que cuando se paga una vez cabe siempre hacer chantaje hasta doblegar las voluntades menos firmes. Nuestros pesqueros trabajan en zonas de alto riesgo en el Océano Índico y el Gobierno niega sistemáticamente la posibilidad de que sean protegidos por las Fuerzas Armadas. Para completar el sainete, los nacionalistas vascos apelan sin pudor a la bandera española bajo la cual faenan los buques y aceptan en Somalia lo que rechazan indignados en el territorio nacional. En definitiva, nadie está a la altura de sus responsabilidades en este secuestro sin rumbo, mientras el tiempo pasa y la situación de los apresados se vuelve cada vez más impredecible.
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