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La Tercera

El gran teatro de España

«Al final resulta que puede que sí haya programa político detrás del caudillismo-narcisista, pero un programa político oculto, un programa político que quiere hacer una segunda transición política y dar al traste con la Constitución de 1978»

Juan Díez Nicolás

Es obvio que el título de este artículo es deudor de nuestro Calderón de la Barca, a quien he citado en alguna otra ocasión como gran adelantado a la sociología, puesto que algunos siglos antes de que los precursores de la sociología hablaran de los « ... roles» o papeles sociales ya lo había anticipado el gran dramaturgo madrileño y español repartiendo «papeles» de actor a los mortales. Hay que aceptar que desde hace varias décadas en España todo es espectáculo. También en el mundo, pero de manera especial en España. Las nuevas tecnologías de la comunicación y algunas de las menos nuevas han contribuido a ello. Todo lo que se hace lleva como objetivo que salga en televisión y en las denominadas redes sociales, lo que garantiza que el mensaje llegue a millones de habitantes de nuestro planeta. La política no podía dejar pasar esta oportunidad, y por tanto ahora la política es espectáculo-imagen y sonido, «El show de Truman». Se acabó la política y vino la imagen, y con ella los caudillos políticos narcisistas. Se acabaron las ideologías, los programas electorales y los partidos políticos, solo existen caudillos por doquier, y como el narcisismo no tiene límites, los partidos se rompen en pedacitos cada vez más pequeños para satisfacer los deseos de pequeños caudillos con tropas cada vez más reducidas. Eso sí, cada caudillo tiene su asesor de imagen y sus periodistas, que se encargan de «venderlos» como si de un detergente cualquiera se tratara. Los que hemos defendido la reforma de la ley electoral para adoptar el sistema propio de todos los países importantes de nuestro entorno, como el Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos y un largo etcétera, es decir, el distrito unipersonal, ya no tenemos que seguir debatiendo para lograrlo, pues el caudillismo-narcisista nos lo va a proporcionar por otra vía, pues cada provincia tendrá su partido alrededor de un líder, y cada partido político tradicional tendrá su versión provincial con líder propio. De esa forma dentro de unos años tendremos 350 partidos con representación en el Congreso de los Diputados, cada partido con su caudillo y su minúsculo grupo de seguidores-buscadores de un puesto de libre designación (minúsculo para evitar que haya mucha competencia por los puestos, por supuesto).

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