Enfoque
Gendarmes, 18; Mossos, 1
La respuesta a los violentos
La dirección política de los Mossos d’Esquadra no quiere más líos con la «banda del lazo» después de aquellas cargas de hace un mes en las calles de Barcelona. El anuncio de la purga entre los agentes que cumplieron con su obligación e hicieron ... frente a los violentos en las algaradas post-sentencia ha surtido el efecto deseado y la complacencia y el dontancredismo vuelven a las órdenes a los antidisturbios a la hora de enfrentarse a una algarada separatista. Regresamos, por tanto, al 1 de octubre de 2017 y a aquellas imágenes de mossos cargando urnas con los «indepes», echando una mano en el escrutinio, en vez de cumplir el mandato judicial de impedir la vulneración de la ley.
Ayer, el último sabotaje de los independentistas en la frontera de La Junquera con Francia se saldó con 18 detenidos por parte de la Gendamería francesa y solo uno (hace falta tener mala suerte) por los Mossos. Mismo piquete, mismo número de saboteadores, mismas tácticas de sabotaje, mismas carreteras y mismo tiempo, pero muy distinta forma de unas y otras autoridades de restituir el orden, la libertad de movimientos y los derechos de los ciudadanos a circular. Este es el triste día a día en Cataluña, la «perfecta normalidad» que proclamaba el Ministerio del Interior durante el pasado domingo, cuando una candidata al Congreso, Inés Arrimadas, tuvo que votar entre gritos de «fascista» y acosada por una turba de separatistas, ante la pastueña mirada de los mossos, que no hicieron nada por, al menos, reprender a los vociferantes sujetos que, envenenados de ira, la increpaban.
Ni un reproche, por supuesto, estos días de la Generalitat separatista a los «comandos» del llamado Tsunami Democrático que cortaban la frontera. Ni el más leve pellizco de monja. Nada. Más bien al contrario, nuevos ánimos del propio Quim Torra, que afirmó que respetaba el corte en la autovía porque «este país defiende el derecho a la protesta». Es decir, que los bárbaros de Barcelona de aquellos días de fuego y adoquines volanderos, los encapuchados de la Universidad y los saboteadores de la AP-7 y la N-II forman parte de «la defensa del país». Igual que aquel CDR que andaba con explosivos y que tras su detención colocó a Torra en el ajo de los sabotajes y atentados que planeaban. Ya saben, «som gent de pau».