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La guerra de las mujeres

Los burdeles improvisados de Bucha, para violar tanto a mujeres adultas como a menores, no son una odiosa indisciplina de la soldadesca

Gabriel Albiac

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Ideóloga de las Femen, Inna Shevchenko irrumpió en el espacio mediático occidental con la fuerza de un combate que se quería exento de crueldad gratuita. Y que, como todo combate, libraba su batalla sobre los cuerpos. Pero planificaba tal intervención al modo de una batalla ... estética. Bajo la confesa resonancia del surrealismo clásico y, quizá más aún, del situacionismo festivo que pregonara el Guy Debord de la sociedad del espectáculo, las militantes de Femen restringían su ámbito de intervención al de su piel desnuda, exhibida al modo de un objeto excluido. Y sacaban de esa ingenuidad metódica efectos de conmoción que -durante el tiempo breve en que duró la sorpresa- resultaron conmocionantes. Era el año 2008. En una Ucrania donde las mafias del proxenetismo ruso habían asentado el epicentro del muy rentable negocio del tráfico de mujeres.

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