Los ejes del mal
Al final era verdad: George W. Bush estaba equivocado al emplear la expresión «Eje del mal» para referirse a países cuyo comportamiento en aquel momento, 2002, era de todo menos ejemplar, Irak, Irán y Corea del Norte.
Se equivocaba porque no existía un único y ... simple «eje del mal». Con el paso del tiempo hemos podido comprobar que, en realidad, hay varios ejes, que unas veces se cruzan y otras se acumulan en nuestra contra. Un ejemplo: En 2007, Siria estaba construyendo un reactor nuclear a base de plutonio (con fines militares), gracias a la ayuda técnica de Corea del Norte y el posible material fisible proveniente de Irán. El reactor fue destruido por la aviación israelí, pero Siria, Corea del Norte e Irán fueron sorprendidos con las manos en la masa en un proyecto ilegal y que de haberse culminado, hubiera cambiado el mapa estratégico del Oriente Medio.
Segundo ejemplo: esta misma semana el fiscal de Manhattan Robert Morgenthau, ha acusado formalmente a una compañía china, LIMMT, por vender material ilegal a Irán, usando el sistema bancario americano de manera ilícita. El fiscal neoyorquino ha investigado y descubierto que entre el 2006 y 2008 Irán fue capaz de aprovecharse de transacciones encubiertas y adquirir material misilístico y nuclear que, según sus estimaciones, le habrían llevado a mejorar el alcance de sus cohetes y a estar a las puertas de poder fabricar su primera bomba. China, Irán y la subversión del sistema bancario. Otro nuevo eje.
Y hay más. Sin ir más lejos, los vínculos energéticos entre Pekín, Caracas y Teherán, por ejemplo, plasmados bien visiblemente por los viajes de Hugo Chávez quién ha prometido mineral de uranio a Ahmadinejad y, anteayer mismo, petróleo abundante a Hu Jintao. Y con Chávez surge otro eje, no por regional menos preocupante: Venezuela-Cuba-Bolivia y todos los populismos que alimenta en la zona.
El problema, al final, va ser dar con el eje del bien.
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