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Editorial

La guerra fría de Putin

Moscú se ha especializado en aprovechar los resquicios que dejan las sociedades abiertas para socavarlas, a través de las redes sociales o de la presión fronteriza, como sucede hoy en Polonia

Editorial ABC

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Los planes de Vladímir Putin para desestabilizar Europa son evidentes desde hace tiempo, y la globalización y el desarrollo tecnológico han proporcionado al autócrata ruso los instrumentos necesarios para dedicarse a interferir la vida política y la economía de los países vecinos sin correr el ... riesgo que implican las intervenciones abiertas. Ya demostró en Ucrania, con la anexión de la península de Crimea, hasta qué punto es capaz de actuar de forma unilateral con la simple argucia de enviar soldados sin banderas ni uniformes reconocibles, pero su especialidad viene siendo la labor de zapa a través de los resquicios que encuentra disponibles en las sociedades abiertas: redes sociales, medios de comunicación o entidades financiadas por el Kremlin para introducir confusión y desorden. Una investigación formal del Parlamento Europeo ha concluido que Rusia ha intoxicado el buen funcionamiento de procesos electorales en varios países, incluyendo hechos tan cruciales como el referéndum sobre el Brexit, las elecciones presidenciales en Francia o Estados Unidos y, por supuesto, en España intervino de forma notable para dar alas al proceso independentista en Cataluña, no porque tenga intereses directos, sino porque su objetivo es debilitar a Occidente. Pase lo que pase, y desde el Kremlin, Putin mantiene una actitud formalmente indiferente: puede saludar con toda cordialidad al mismo dirigente al que sus agentes están tratando de aniquilar sin que se le mueva un músculo.

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