Suscribete a
ABC Premium

Tigres de papel

La meritocracia y la legítima desigualdad

Cualquier igualitarista radical podría dar el alto a nuestro razonamiento y señalar que toda desigualdad es, de por sí, ilegítima

Diego S. Garrocho

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Aristóteles definió la polis, hace veinticinco siglos, como una multitud de ciudadanos semejantes. En diálogo con aquella intuición clásica, en el siglo XIX, Alexis de Tocqueville llegó a conceder que hay, también, en el corazón humano, un gusto depravado por la igualdad. Entre ambos pensadores ... se asienta gran parte de nuestra tradición política. Por ello, dos indicadores se hacen imprescindibles para abordar la igualdad como una prioridad civil: qué grado de diferencias estamos dispuestos a asumir como deseables y qué criterio vamos a escoger para legitimar dicha desigualdad.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia