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Perfil del aire

En casa de Elliott

Siempre nos quedará alguien como Elliott para defenderla inteligencia

Francisco Robles

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Para llegar a la casa hay que cruzar un puente de piedra después de caminar junto a la bruma que se levanta, perezosa, del río. Es invierno, y un silencio plácido acompaña a los paseantes. Una iglesia con su cementerio adosado, el verde de la ... naturaleza junto a la piedra fría de las lápidas desleídas por la goma de borrar del tiempo. El número, pequeño y discreto, nos confirma la dirección. Nos abre una señora mayor, tímida y sonriente, que no habla español. Detrás aparece un tipo alto, espigado, quijotesco en su aspecto y en sus modales. Es Elliott. Sir John H. Elliott.

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