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Las cajas del dolor

POR debajo de las dolorosas cicatrices del tiempo supura aún una deuda de conciencia pendiente desde aquellos malditos días de marzo, cuando los demonios de la sangre nos pusieron a todos delante de una prueba que no superamos. Nadie ha entonado aún la palinodia de ... todos los errores cometidos, de los abusos sectarios y de las reacciones espasmódicas que marcaron para siempre una semana de plomo, rabia y miedo cuyos demoledores efectos procuramos disimular bajo el discurso confortante pero victimista de la emotividad, la memoria y el sufrimiento. Pero ahora que las heridas morales duelen un poco menos quizá sea tiempo de empezar a admitir que acaso no nos sobren motivos de orgullo.

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