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El batallón de los perplejos

El del «escudo» y la cacerola

Sin competencias, Iglesias es un mero predicador que confunde La Moncloa con aquel mayo en la Puerta del Sol y propone caceroladas desde el Gobierno

Álvaro Martínez

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En lugar de guardar los quince días de cuarentena a los que el resto de los españoles (menos y él y Sánchez) están obligados cuando el virus entra en casa, Iglesias se convirtió el otro día en el señor del «escudo» y la cacerola. Son ... estas las armas tradicionales del populismo, hasta en tiempos de pandemia tira de ellas, pese a ser casta «enchaletada» desde hace tiempo. Rompió el vicepresidente segundo el aislamiento para, trompetería en mano, «vender» en rueda de prensa el «escudo social» que gracias a su formidable aportación protegerá a «los de abajo» en esta crisis. Una milonga. En realidad, aquello fue un mitin que además del desahogo personal incluyó la bendición de la campaña, cacerola en mano, abierta por su partido contra el Rey. El tufillo del discurso de Iglesias olía a querer hacer responsables de esta desgracia del virus a «los de arriba», personalizados en esta ocasión en Amancio Ortega en una campaña repicada por los habituales altavoces del populismo, que no han leído mucho pero tuiteando son eminencias.

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