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la alberca

Secretos y mentiras

El escándalo no es el espionaje, sino lo cutre que es el espionaje

Alberto García Reyes

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El golpismo catalán, que aquel aciago 1-O confabuló con espías rusos -¡rusos de Putin!- y otras fuerzas soviéticas especializadas en sabotaje para organizar su ataque a España, se escandaliza por el espionaje del CNI a los sediciosos. Cree el ladrón que todos son de ... su condición. Aunque, ciertamente, la cosa es para escandalizarse. Porque la faena de Pegasus con los independentistas ilustra la clase de presidente del Gobierno que padecemos. La palabra que mejor lo define es retrechero: el que con artificios disimulados y mañosos trata de eludir la confesión de la verdad o el cumplimiento de lo debido. Hay que reconocer que tiene mucho mérito pactar con gente de la que uno no se fía, pero si esto se observa desde el ángulo contrario, esta jugada de Sánchez cumple los dos requisitos de la anterior definición. Ha eludido la confesión de la verdad -que tiene socios de investidura indeseables- y el cumplimiento de lo debido -despreciar el apoyo de cualquier fuerza política que violente los intereses generales de los españoles-, pero ya sabíamos que Sánchez es maquiavélico y que por conveniencia puede roncar profundamente hoy con quienes ayer no podía dormir o abrazar a las víctimas de ETA mientras ordena el acercamiento de los asesinos a cárceles vascas. El presidente es un descarnado especialista en ponerle una vela a Dios y otra al diablo. Su único fin es el poder.

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