Trescientas personas impiden el desalojo del centro social «okupa» La Traba

«Hemos recibido el apoyo del tejido vecinal y del movimiento social que desde primera hora de la mañana acudieron a nuestra llamada para impedir la ejecución, lo que demuestra que nuestro centro forma parte del barrio, es respetado y apoyado», ha dicho a Efe este portavoz.

«Con esta movilización queremos dejar claro que no nos vamos a marchar porque no queremos que se tire abajo el edificio en favor de negocios especulativos, este espacio tiene que atender las necesidades sociales y políticas del barrio», añade.

«Tenemos un parque de bici BMX, uno de los más grandes de España cubiertos, un estudio de grabación de música para jóvenes del barrio donde componen y editan sus propias canciones de forma gratuita, un grupo de baile folclórico integrado por 200 personas que ensayan allí, un gimnasio, un grupo de teatro», detalla.

«Estamos abiertos al diálogo para que se busque una solución, pero nadie del Ayuntamiento nos contactado todavía», agrega este portavoz para quien las soluciones «pasan por la autogestión y autoorganización política».

En sus siete años de funcionamiento, se han llevado a cabo actividades de cultura y deporte, sin que se hayan registrado ningún tipo de problemas de orden público, asegura la misma fuente.

Varias asociaciones vecinales y la FRAVM han pedido paralizar el desalojo hasta que encuentren «un espacio alternativo» en el que dar continuidad a sus actividades así como a las asociaciones vecinales de Arganzuela, que carecen de local.

Proponen como posible alternativa la cesión de espacios públicos en desuso, como el Mercado de Frutas y Verduras de Legazpi, o bien los espacios sin habilitar de Matadero Madrid, según explica la FRAVM en un comunicado.

El desalojo fue solicitado por la constructora Aiser S.A., que «cobró unos 400.000 euros del Ayuntamiento de Madrid en 2006 por pavimentar una calle y construir una serie de dotaciones en la parcela situada en la calle Batalla de Belchite 17, en el distrito de Arganzuela, a cambio de la concesión del permiso para construir 110 viviendas de lujo», según la nota.

Con el estallido de la burbuja inmobiliaria, Aiser abandonó el inmueble, incumpliendo el plazo de dos años para realizar la obra, momento en que «un grupo de jóvenes ocupó el edificio y lo rehabilitó: nacía así el Centro Social La Traba», relatan.

Las asociaciones vecinales Nudo Sur, El Planetario, Nuevo Legazpi y Pasillo Verde-Imperial y la FRAVM respaldan a La Traba en «la necesidad de que las administraciones públicas se impliquen en la búsqueda de una solución para garantizar la continuidad de las actividades desarrolladas».

Una solución podría ser «la cesión de espacios públicos, siguiendo precedentes como el del Centro Social Seco (Retiro), La Tabacalera (Centro), la Eskalera Karakola (Centro) o el Espacio Vecinal Montamarta de San Blas», concluyen.