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El «Pasapoga», de centro de espionaje antinazi a tienda de ropa en la Gran Vía

La pista sobre la que bailaron Ava Gardner y Gary Cooper fue en sus primeros años, coetáneos con la II Guerra Mundial, punto de encuentro de agentes secretos de ambos bandos

El «Pasapoga», de centro de espionaje antinazi a tienda de ropa en la Gran Vía abc

ignacio s. calleja

No es la primera vez que desde este espacio se habla de Aline Griffith, la modelo norteamericana que actuó como espía en Madrid durante la Segunda Guerra Mundial , bajo el monóculo de los agentes nazis a los que ella misma investigó. En este caso, sin embargo, no es tanto sobre ella, pues entra en la historia tangencialmente, y sí de uno de los escenarios sobre los que recabó la información de personajes como Hans Lazar, el responsable de la propaganda alemana en la capital. Fue en la Gran Vía con Callao, a principios de los 40, cuando comenzó la vida del «Pasapoga».

En sus primeros años de vida, coetáneos con la guerra, fue cuando, entre bailes, Griffith abria sus ojos al tiempo acercaba sus oídos al propietario del local, según recoge en su libro «La espía que vestía de rojo». Bernard Hinder, judío francés, contaba con una gran habilidad para enterarse de los asuntos que, en aquel Madrid cómplice y dual , interesaban tanto a los servicios de inteligencia de la embajada británica como a su homóloga de Estados Unidos. Hinder era un nexo habitual con los espías del bando aliado, actores de un escenario de película a pesar de la depresión plomiza que caracterizaba a la ciudad.

Declive y cierre

Con el tiempo, antítesis de su imagen primigenia, el «Pasapoga» cambió su lustre y su público elevados para convertirse en un lugar de copeteo y ligoteo casi burdo, sobre todo encuentro de foráneos en búsqueda de faldas. Así atravesó su declive, clandestinidad y trapicheos mediante, hasta su cierre y regeneración reciente. Después de su periplo como discoteca, la pista de baile en la que bailaron Ava Gardner y Gary Cooper, todavía en su mejor tiempo de esplendor, dio un giro radical .

Bajo los también célebres cines Avenida, las historias de otro tiempo, diplomacía paralela, estrellas de Hollywood y arrumacos de postín, se escondieron entre pantalones vaqueros, zapatos y camisetas, pues desde 2007 -cuando se certificó institucionalmente su cambio de rumbo- el número 37 de la Gran Vía alberga un establecimiento comercial de una famosa marca de ropa.

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