Nueva matanza con armas en EE.UU.: nueve muertos en un centro comercial de Texas

Allen y el centro comercial están a unos 40 kilómetros de Dallas, la segunda mayor ciudad de Texas. Imágenes aéreas tras el suceso mostraban imágenes de cadáveres cubiertos con sábanas blancas enfrente de un establecimiento de H&M.

El autor de la matanza fue identificado como Mauricio Garcia, de 33 años. Según la CNN, había ostentado una licencia para trabajar como vigilante de seguridad entre 2016 y 2020.

Es evidente que García buscaba hacer más daño. En una imagen tomada por un testigo tras su muerte se le ve perpetrado con un chaleco antibalas y con varios cargadores. A su lado hay tirado un arma que parece un AR-15, un rifle de estilo militar habitual en estos tiroteos multitudinarios.

El atacante se presentó además en hora punta, a primera hora de la tarde de un sábado. Entre los fallecidos hay niños, según han detallado las autoridades, que no han identificado al cierre de esta edición a las víctimas. También hay personas de todas las edades entre la decena de heridos que se registraron, con víctimas de entre 5 y 61 años.

En un vídeo compartido en redes sociales, se ve como el autor llega en un coche gris al centro comercial, en las inmediaciones de la mencionada tienda de H&M y sale del vehículo sin aparcar el coche. «Iba caminando por la acera y disparaba con el arma a todos lados», relató un testigo a la cadena CNN.

Las autoridades no han dado hasta este momento ninguna versión oficial sobre la posible motivación del ataque. Una de las posibilidades que manejan es que se trate de un caso de terrorismo doméstico. Según aseguraron fuentes policiales a 'The Washington Post', García llevaba un parche en su ropa con el acrónimo 'RWDS', que significa 'Right Wing Death Squad' ('Escuadrón de la muerte de derechas', en inglés).

Este tipo de tragedias se han convertido casi en una rutina en EE.UU. El fin de semana pasado, un hombre mató con un rifle de ese mismo tipo a cinco vecinos en la localidad de Cleveland, también en Texas. El lunes un hombre mató a cuatro familias y a dos amigas de sus hijas adoptivas antes de suicidarse en Henryetta (Oklahoma). El miércoles, en Atlanta, un hombre atacó un centro médico, donde mató a una persona e hirió a otras cuatro. Todo dentro de un año con muchas matanzas, como la de enero en Monterey (California), en la que murieron once personas en una sala de fiestas.

La reacción política, como siempre en estos sucesos trágicos, está muy dividida. Los republicanos -empezando por el gobernador de Texas, Greg Abbott, cuyo estado relajó las normas sobre portar armas en 2021- se centraron en lamentar la matanza, pedir oraciones para las víctimas y calificar de utilización política cualquier demanda de endurecimiento regulatorio.

El presidente de EE.UU., Joe Biden, volvió a exigir al Congreso los cambios que ha defendido desde que llegó a la Casa Blanca: vetó a los rifles de estilo militar y a los cargadores de gran capacidad, control universal de los compradores de armas, exigencia de almacenamiento seguro de las armas y fin de la inmunidad para los fabricantes. «Los republicanos del Congreso no pueden seguir respondiendo a esta epidemia encogiendo los hombres», dijo en un comunicado. «Las condolencias y las oraciones en Twitter no bastan».

En su partido, sin embargo, hay excepciones en esta opinión. En especial, en estados como Texas, donde el acceso a las armas tiene amplia implantación popular y mucha tradición.

«La gente habla de leyes más estrictas», dijo Henry Cuéllar, diputado demócrata por Texas, en una entrevista en Fox News. «Pero también hay que ver que en estados demócratas -con leyes muy estrictas- también se producen este tipo de tiroteos masivos. Así que ocurre en todo el país y tenemos que ir al fondo de la cuestión».

Sin embargo, un estudio publicado el año pasado por Everytown for Gun Safety, una organización centrada en la prevención de la violencia con armas, asegura que hay una correlación entre leyes estrictas sobre el acceso y los ratios de muerte violenta con armas.