crisis por la reforma de las pensiones

La suspensión de la visita de Carlos III a Francia se vive como una humillación nacional

El presidente se abre a dialogar con los sindicatos, que anotan una victoria y exigen junto a la oposición de extrema derecha e izquierda retirar la reforma

Las protestas en Francia dejan 457 detenidos y 441 policías heridos

Un grupo de manifestantes devuelve botes de gas lacrimógeno durante las protestas en París reuters | vídeo: atlas

Juan Pedro Quiñonero

Corresponsal en París

La suspensión de la visita de Estado de cuatro días de duración que Carlos III, Rey de Inglaterra, debía iniciar este domingo, se ha convertido en un aldabonazo espectacular de la crisis nacional e internacional de Francia, forzando al presidente, Emmanuel Macron, a avanzar ... un primer gesto hacia los sindicatos, cuando siguen multiplicándose las manifestaciones en toda Francia y París ofrece el penoso espectáculo de millares de toneladas de basura sin recoger, comida rápida para las ratas.

El comunicado oficial del Elíseo, anunciando la suspensión de la visita de Estado del Rey Carlos III, confirmó este viernes esa catástrofe en términos apenas velados: «La decisión ha sido tomada por los Gobiernos francés y británico, tras una conversación telefónica del Presidente de la República y el Rey. No se puede recibir a SM el Rey en las condiciones que corresponden a nuestra relación de amistad».

Desde hace días, en todas las manifestaciones de protesta se han paseado pancartas con Macron disfrazado de Rey de Francia, acompañadas de frases de este tipo: «Macron, despreciador de la República». El Ministerio del Interior se vio forzado a prohibir las manifestaciones en la parisina Plaza de la Concorde, antigua Plaza de la Revolución, donde fueron guillotinados Luis XVI y su esposa, María Antonieta. En ese mismo lugar, que forma parte de la más alta geografía simbólica nacional, los manifestantes gritaban a coro, contra el actual jefe del Estado: «¡Asesino!», «¡Guillotinamos a Louis XVI, podemos continuar!». Ante el carácter nihilista y apocalíptico de esas provocaciones, la repetición de manifestaciones de ese tipo, ante el palacio de Versalles, antigua residencia real, durante la visita de Estado del Rey de Inglaterra, hubiese corrido el riesgo de provocar incidentes más graves y penosos.

Humillación

Desde la óptica nacional, el acontecimiento fue percibido como una humillación patética. Eric Ciotti, líder de Los Republicanos (derecha tradicional), declaró: «La suspensión de la visita de Estado del Rey de Inglaterra es una vergüenza para nuestro país». «Francia -continuó- está cogida en una trampa, entre la demagogia insurreccional de extrema izquierda y la impotencia desorientada del Gobierno. La violencia resta credibilidad a Francia. El mundo nos contempla con estupefacción».

A la extrema izquierda, las reacciones fueron más brutales. «La monarquía francesa está vacilando», declaró con ironía sangrante Clémentine Autain, ecologista radical. Fabien Roussel, secretario general del PCF, ironizó de otro modo: «Puesto que no recibirá al Rey de Inglaterra, es de esperar que Macron pueda recibir a los sindicatos».

Asumida esa humillación de Estado, Macron se apresuró a lanzar un breve e impreciso globo sonda a los sindicatos, declarando: «Estoy dispuesto a discutir con los sindicatos cuestiones ligadas a la usura en el trabajo, los fines de carrera laboral, la reconversión profesional, la remuneración…». Sin nombrar el problema de la jubilación a los 64 años, el punto cardinal de la crisis, el presidente sugiere un eventual diálogo, sin variar sustancialmente su posición de principio: «Hay un camino democrático que debe seguir su curso. Debemos continuar. El país no puede pararse».

Hasta ahora, los sindicatos, la oposición de izquierdas, extrema izquierda, ecologista y de extrema derecha, han pedido la retirada pura y simple del proyecto de reforma del sistema nacional de pensiones aprobado con un decretazo, sin debate parlamentario. Se han presentado recursos ante el Tribunal Constitucional, se pide la convocatoria de un referéndum nacional. Según un sondeo publicado ayer por el matutino conservador 'Le Figaro', un 76% de los franceses rechaza los argumentos de Macron en defensa de su reforma de las pensiones, que solo sería aprobada por un 23% de franceses.

Según un sondeo publicado ayer por el matutino conservador 'Le Figaro', un 76% de los franceses rechaza los argumentos de Macron en defensa de su reforma de las pensiones

La suspensión de la visita de Estado del Rey de Inglaterra atizó inmediatamente un rosario de manifestaciones hostiles a Macron.

En París, los ferroviarios paralizaron durante varias horas el tráfico en la estación del Este. En la capital y otras grandes ciudades, como Burdeos, Lille, Lyon y Grenoble, las escuelas de arquitectura organizaron mítines de protesta. Un número impreciso de institutos y universidades participaron en cortejos con mucho griterío anti Macron. Las refinerías están parcialmente bloqueadas, provocando penuria de carburantes en algunas regiones. La huelga de los basureros parisinos amenaza en prolongarse hasta la semana que viene.

Violencia en las calles

Cuando las jornadas de huelga y manifestaciones han tomado un rumbo más duro, confirmando un proceso de radicalización de una parte sustancial de la juventud, Macron insistió ayer por la tarde en su política de «ley y orden»: «No cederemos ante el chantaje de la violencia callejera. Hemos asistido a escenas violentísimas, incendios. Nuestros gendarmes han sido víctimas de agresiones totalmente desproporcionadas, cometidas por militantes extraordinariamente violentos y equipados para la violencia».

Se trata de otro motivo de discordia. La extrema izquierda acusa a las fuerzas de seguridad del Estado de «violencias indiscriminadas». El Ministerio del Interior denuncia «violencias con intenciones asesinas» de varios grupúsculos extremistas. Ante ese debate de fondo, la Comisión de Derechos Humanos del Consejo de Europa, en Estrasburgo, tomó ayer una posición equidistante, declarando en un comunicado oficial: «Corresponde a las autoridades proteger las manifestaciones contra las violencias policiales y contra los individuos violentos, al margen de los cortejos sindicales».

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