Scholz impone a Los Verdes la prolongación de la vida de tres reactores nucleares

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Para llegar a esta última posición, desde una de partida que seguía exigiendo la extinción de la actividad nuclear en Alemania, ha sido necesaria la celebración de un complejo congreso del partido, que tuvo lugar en Bonn durante el pasado fin de semana, en el que la dirección y los ministros verdes desplazaron la responsabilidad de la decisión al voto de los delegados. El tiempo perdido en los tres meses de divagaciones y tres cumbres de crisis de la 'coalición semáforo' que se cerraron sin acuerdo era en extremo valioso, porque el cierre programado de las centrales Isar 2, en Baviera; Neckar 2, en Baden-Württemberg; y Emsland, en Baja Sajonia, incluía que la materia prima, las pastillas uranio, dejaran de comprarse. Su reactivación podía llegar demasiado tarde para poder ser en efecto operativas.

Finalmente, y para evitar además la creciente imagen de un canciller atrapado en una coalición disfuncional, Scholz ha comunicado por carta a sus socios que toma las riendas de la decisión personalmente.

Scholz altera así el plan anunciado por el ministro de Economía y Clima, a la vez que vicecanciller del Gobierno alemán, el verde Robert Habeck, que había anunciado que solamente dos de las centrales quedarían en situación de reserva y la tercera sería desconectada. La desacreditación ha llegado por carta y sin comunicación personal previa, en una misiva en la que el canciller se acoge al primer párrafo de la Ley de Ordenación del Gobierno y anuncia a los ministros afectados y miembros de la coalición que por su decisión «se crearán las bases legales para permitir el funcionamiento de las plantas de energía nuclear hasta el 15 de abril de 2023».

«Como canciller, he tomado la decisión», dice, e informa que además el Gobierno deberá presentar una «ley ambiciosa para aumentar la eficiencia energética». A fin de garantizar la seguridad del suministro, también se crearán nuevas «centrales eléctricas de gas con capacidad de hidrógeno», continúa, y pide a sus socios que «presenten las propuestas regulatorias correspondientes al gabinete de forma oportuna».

Alemania aparca así el proceso de eliminación de la energía nuclear que inició Angela Merkel en 2011.

Friedrich Merz, líder del grupo parlamentario de la CDU en el Bundestag y presidente del partido, ha criticado la decisión de Scholz, porque, en su opinión, «se queda corta». «Las centrales nucleares alemanas deben seguir funcionando con nuevas barras de combustible hasta al menos 2024», ha reivindicado Merz, «no podemos estar pidiendo a nuestros socios europeos solidaridad energética si nosotros nos negamos a explotar los recursos propios con los que todavía contamos».

El secretario general de CSU, Martin Huber, ha elegido una formulación más aguda: «Esto no es un compromiso, sino una declaración de bancarrota por parte de la coalición semáforo que mantiene el peligro de un apagón». El exministro de Medioambiente y destacado miembro de Los Verdes, Jürgen Trittin, ha denunciado por su parte que puede ser que la carta esté amparada por el reglamento del Gobierno federal, pero no por la Ley Fundamental». «Los ministros serán responsables de sus propios departamentos. Las reglas de procedimiento del Gobierno federal tampoco vinculan a los grupos parlamentarios y todos ellos deben actuar ahora en conciencia», ha expresado.

«La energía nuclear es necesaria como tecnología puente», ha intentado calmar las aguas el secretario general liberal, Bijan Djir-Saai, «desde mi punto de vista, cualquiera que formule líneas rojas está actuando de manera imprudente e irresponsable, porque el lema debe ser primero el país, luego el partido».