Rusia busca consolidar el ‘frente anti Occidente’ en Iberoamérica
La vinculación de Moscú con La Habana, Caracas y Managua es más estratégica y militar que comercial
Su visita coincide con el viaje del secretario de Estado de EE.UU, Antony Blinken, a Brasil y Argentina
Lavrov llega a Venezuela tras pasar por La Habana y fortalecer la 'asociación ruso-cubana'
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Iniciar sesiónEn momentos de indignación internacional contra Vladímir Putin, la diplomacia rusa busca exhibirse junto a sus aliados para indicar que Moscú tiene apoyos y que quien debería estar preocupado es Occidente por la falta de sintonía con el llamado Sur Global.
Cuando siguen las ... críticas al Kremlin por la muerte de opositor Navalni y el mundo se apresta a recordar el segundo aniversario de la agresión contra Ucrania, el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, se encuentra haciendo una gira por Iberoamérica. Tratado con todos los honores al comienzo de la semana por los dictadores Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro, hoy es también atendido con especial distinción por Lula da Silva. En estos dos años de guerra en Ucrania, el presidente brasileño ha sido muy indulgente con Putin y ha liderado parte del relato del Sur Global contra Occidente sobre los conflictos que sacuden el orden internacional.
Lavrov dijo haber coincidido con sus interlocutores en «la inadmisibilidad de la injerencia en los asuntos internos y el uso de medidas coercitivas unilaterales como instrumento de presión».
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En Río de Janeiro, en la reunión de los titulares de Exteriores del G-20 para preparar la cumbre que se celebrará en Brasil en noviembre, además de Lavrov estuvo también el estadounidense Antony Blinken. Como su homólogo ruso, Blinken aprovechó el desplazamiento para otros contactos, como el que mantendrá mañana en Argentina con Javier Milei. Y es que Washington siente desazón por la cooperación que Moscú ha ido cultivando con varios países de la región.
A diferencia de lo que ocurre con China, la relación comercial de Rusia con Latinoamérica es mínima. Si bien la agricultura de varios países, como Brasil y Argentina, se ve favorecida por los fertilizantes rusos, lo más característico de las compras a Rusia lo constituye el armamento. Con todo, las adquisiciones desde la región no llegan al 1% del total de armas vendidas por Moscú. Con grandes productores de hidrocarburos, la región en principio no necesita gas ni petróleo rusos.
El 'patio trasero' de EE.UU.
Las relaciones singulares que se han creado se sustentan, en cambio, en un interés mutuo de posicionamiento estratégico. A Rusia le interesa tener un frente de aliados, con valor añadido si están en el 'patio trasero' de EE.UU., como es el caso de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Y a los países americanos les interesa señalizar a Washington que tienen otras alternativas de alineamiento, como hacen México, Brasil, Bolivia o El Salvador de Bukele.
En el terreno militar, Nicaragua es el socio más estrecho, pues cuenta con la presencia de un cupo de tropas y de asesores militares que dirigen una escuela para las fuerzas de seguridad. Por su parte, Cuba se ha prestado a enviar cientos de voluntarios al frente ucraniano. En Venezuela, técnicos rusos mantienen el sistema de misiles defensivos S-300; también se ha apuntado la posible presencia de elementos de lo que fue el Grupo Wagner.
Otro ámbito de cooperación es el espacial. Rusia ya ha situado en varios países de la región estaciones terrestres para el funcionamiento de su Sistema Global de Navegación Satelital (Glonass por sus siglas en ruso). La primera la instaló en Brasilia en 2013 y la segunda en Managua en 2017; ahora planea hacerlo en Venezuela, México y Cuba. También llegó a un acuerdo con el presidente argentino Alberto Fernández, aunque la sustitución de este por Milei ha enfriado la relación.
Si bien acoger estaciones terrestres para ese tipo de sistemas –como ocurre igualmente con el GPS estadounidense o el Galileo europeo– es algo común entre los países, en una situación de guerra puede crearse la incomodidad de estar cooperando con una red que es fundamental para la navegación de las fuerzas navales y aéreas rusas y el lanzamiento de misiles empleados en la agresión contra Ucrania. Glonass, dirigido por las fuerzas de Defensa aeroespaciales rusas, ha sido acusado de opacidad en la gestión de algunas de sus estaciones, singularmente la de Nicaragua.
Cuando el presidente mexicano López Obrador firmó el convenio de Glonass tuvo que enviar a su ministro de Exteriores a Washington para aclarar que el acuerdo había sido anterior a la invasión de Ucrania y dar garantías de que no estaba dando a Moscú una plataforma para espiar a Estados Unidos.
Un proyecto específico es el de la construcción de un reactor nuclear de investigación en Bolivia, que debía terminarse a finales del año pasado y cuya inauguración se ha retrasado hasta 2025. En pleno auge de bolivarianismo, Evo Morales ambicionaba entrar en el ciclo del átomo y planeó tener una planta nuclear; finalmente el acuerdo con la corporación estatal rusa de energía atómica Rosatom se redujo a un reactor para investigación y fines médicos.
A cambio de esa cooperación tecnológica rusa, el Gobierno de Luis Arce ha entregado a Rusia, como también ha hecho a China, las primeras licencias para la explotación de litio. Bolivia es el país con mayores reservas y, a diferencia de Argentina y Chile, con lo que forma el llamado «triángulo del litio», no había abierto hasta ahora ese sector a la inversión extranjera. Una de las concesiones ha sido para una empresa que precisamente forma parte de Rosatom.
Marcha atrás de Ecuador
Por otra parte, este lunes Ecuador descartó oficialmente entregar armamento militar ruso obsoleto a Ucrania a través de EE.UU., como había sugerido el Gobierno días antes, según explicó la canciller Gabriela Sommerfeld. «Ecuador no enviará material bélico alguno a un país que tenga un conflicto armado internacional», señaló Sommerfeld en su presentación ante la Comisión de Transparencia y Control Social del Congreso, informa Afp.
El presidente Noboa había anunciado en enero su plan de intercambiar con EE.UU. material bélico considerado «chatarra» a cambio de nuevos equipos para combatir a poderosas bandas criminales asociadas con cárteles internacionales de la droga. De acuerdo con Washington, el equipamiento sería enviado a Ucrania para respaldar a sus tropas en el frente contra Rusia.
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