claves de latinoamérica

La retórica de Petro y López Obrador contra las drogas

En Colombia, los ingresos por cocaína pueden superar el valor de la exportación de petróleo

La ONU señala al fentanilo como la droga sintética más mortal

Una mujer recoge hoja de coca en Colombia

El presidente colombiano, Gustavo Petro, acogió hace unos días en Cali, con la asistencia del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, un encuentro regional para intentar cambiar la política internacional contra las drogas. Ambos defienden que no debe perseguirse a los agricultores ... dedicados a los cultivos ilícitos, sino a las mafias que elaboran las sustancias narcóticas y las trafican. Pero si bien sus gobiernos han reducido la presión sobre quienes cultivan hoja de coca, en el caso de Colombia, y de la amapola y marihuana, en el de México, han hecho poco en cercar a las organizaciones de crimen organizado, aplicando la máxima de López Obrador de 'abrazos, no balazos' y la prioridad de 'paz total' de Petro.

En realidad, ambos presidentes culpan en última instancia a EE.UU. de ser el foco del problema debido a la demanda de sus consumidores (es el mercado de destino de la mayor parte de la droga producida en México y en Colombia). Su apuesta final abogaría por una despenalización internacional, confiando en que esta desincentivara la actividad delictiva al posibilitar un comercio abierto y con menor beneficio.

Indudablemente deben avanzarse medidas globales, algunas quizá audaces, y evitar descargar la culpa en los países que son origen de los estupefacientes, pero Petro y López Obrador parecen desentenderse del problema en sus territorios, con lo que en realidad lo están agravando.

Esa desinhibición quedó de manifiesto recientemente cuando el presidente mexicano negó, contra toda evidencia, que en su país se esté fabricando fentanilo, producto central en el auge de muertes por sobre dosis, 100.000 al año, que se está viviendo en EE.UU. Precisamente en esa crisis de opiáceos sintéticos no hay agricultores a los que retóricamente salir a proteger, pues como el caso de las metanfetaminas y anfetaminas, cuyo aumento de producción en México ha señalado la ONU, se trata de sustancias originadas en laboratorio.

También, con ironía, podría advertirse a Petro que precisamente por no haberse empleado a fondo su Gobierno en la erradicación de los cultivos de hoja de coca, hoy hay una superproducción que ha rebajado a la mitad los ingresos que en ciertos lugares están obteniendo los agricultores colombianos por esa actividad ilegal, como ha destacado 'The Economist'.

El 5,3% del PIB en Colombia

Las cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito indican que en 2022 el cultivo de coca alcanzó en Colombia un récord de 230.000 hectáreas, lo que significaría una producción de cocaína de 1.738 toneladas (se estima que el 60% de la cocaína traficada en el mundo proviene de Colombia, el 26% de Perú y el 13% de Bolivia).

El precio en destino, sin embargo, no se ha reducido, de forma que ese aumento de producción puede suponer en breve, como ha señalado la agencia Bloomberg, que la cocaína se convierta en el primer producto de exportación de Colombia, por delante del petróleo. En 2022, el país exportó petróleo por valor de 19.100 millones de dólares, mientras que el valor en mercado de la cocaína supuestamente producida fue de 18.200 millones de dólares. Esta última cifra supone el 30,6% de la exportación legal de productos y el 5,3% del PIB nacional, de acuerdo con los cómputos de Bloomberg.

Atendiendo al hecho de que unas 230.000 familias viven del cultivo de coca en Colombia, Petro ha reducido el programa de erradicación de planta de coca, que aspira a eliminar 20.000 hectáreas este año, frente a las 50.000 hectáreas efectivamente erradicadas en el último año de mandato de su antecesor, Iván Duque.

Se ha registrado un descenso del 10% en el decomiso de cargamentos de cocaína en el primer año de Petro como presidente de Colombia

El relajo en esa política, además, ha ido acompañado también de una menor presión sobre los grupos narcotraficantes, registrándose un descenso del 10% en el decomiso de cargamentos de cocaína en el primer año de Petro. La publicación política 'La silla vacía' estima que en este tiempo los episodios de confrontación entre las fuerzas del orden y los grupos armados han caído un 45%. A pesar de sus críticas a Duque, Petro ha visto cómo durante su Presidencia se han duplicado los secuestros, han seguido aumentando las masacres y homicidios y ha continuado el asesinato de líderes sociales y activistas.

Se trata de la gran vertiente negativa de su plan de 'paz total', que busca un acuerdo no solo con los guerrilleros del ELN y las disidencias de las FARC, sino también con otros grupos criminales que se esconden bajo el pretexto ideológico. Como ha escrito en 'Foreign Affairs' el anterior director del Diálogo Interamericano, Michael Shifter, «la política de seguridad conciliatoria de Petro busca promover un clima de paz mostrando buena voluntad hacia los grupos armados; Petro ha ordenado a militares y policías del país abstenerse de acciones ofensivas. Pero los grupos armados han rechazado el desarme, mientras que las fuerzas de seguridad están paralizadas en su capacidad para proteger a los colombianos ordinarios».

Más heroína en México

En México también se ha producido un aumento de la producción de estupefacientes. Más allá de la cuestión del fentanilo, parte de cuyos componentes llegan de China, el último informe sobre la Estrategia Internacional para el Control de Drogas, elaborado por EE.UU., destaca el incremento del cultivo de la amapola, que creció el 23% en 2021, lo que tenía el potencial de un aumento similar en la producción de heroína pura, con la generación de 72 toneladas de esa sustancia. También subraya que en el mismo periodo el decomiso de marihuana disminuyó un 17% y el de metanfetamina un 30,2%. Igualmente, en México el número de homicidios ha aumentado en la presidencia de López Obrador, a pesar de que llegó al poder criticando el incremento que había habido en los mandatos de sus antecesores, desde que el conservador Felipe Calderón declaró la guerra a los narcos.

La ambigua actitud de los Gobiernos colombiano y mexicano ha supuesto también un ascenso del consumo de droga en el interior de sus países. Al rehusar, por cuestiones ideológicas, emplearse a fondo en los asuntos de seguridad, ambos mandatarios han perjudicado las circunstancias sociales –homicidios y adicciones– de sus ciudadanos.

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