Kevin McCarthy, elegido presidente de la Cámara de los Representantes: los republicanos ponen fin a un bloqueo agónico en EE.UU.
En la decimoquinta votación, el candidato oficialista gana la presidencia de la Cámara de Representantes
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Iniciar sesiónTras tres días de bloqueo y maratonianas negociaciones, los republicanos alcanzaron un acuerdo ya en la madrugada de este 7 de enero y lograron confirmar a su candidato como presidente de la Cámara de Representantes. Lograron superar así una crisis insólita, que dejó a ... Estados Unidos sin jefe del poder legislativo durante tres días, algo que no sucedía desde hace un siglo.
El diputado Kevin McCarthy, candidato oficialista republicano, sumó los apoyos necesarios en las nuevas rondas de votación del viernes y sábado, y logró imponerse tras una insólita sucesión de 15 votaciones, y tras llegar a perder en la decimocuarta por solo un voto. Y lo logró solo gracias a las abstenciones de seis en su propio partido. En total McCarthy obtuvo 216 votos favorables. El demócrata Hakeem Jeffries, por su parte, sumó 212.
Washington emerge así conmocionado de una crisis institucional sin precedentes en un siglo por la fractura del Partido Republicano, rehén de un puñado de diputados que se negó durante tres días a apoyar a sus propios líderes.
Fue una noche larga y muy tensa en el Capitolio cuando se cumplían dos años del saqueo de hace dos años, cuando una turba seguidora de Donald Trump trató de impedir el traspaso de poderes. Los republicanos, que ganaron las elecciones en la Cámara en noviembre con una mayoría muy ajustada, no se pusieron de acuerdo para elegir en bloque a un líder.
Hubo escenas chocantes, como un enfrentamiento verbal entre McCarthy y uno de los diputados rebeldes, Matt Gaetz de Florida, que se abstuvo, dándole el golpe de gracia, ya que era necesario que votara a su favor. Un aliado de McCarthy, Mike Rogers, tuvo que ser sujetado porque parecía que iba a abalanzarse sobre Gaetz, sentado junto al sector de los rebeldes, o «infieles», como han sido bautizados en su propio partido.
En un momento, la diputada Marjorie Taylor Greene, aliada de McCarthy, ahitaba un teléfono a uno de los insurrectos con una llamada de «DT», las iniciales de Donald Trump. El expresidente hizo varias llamadas para tratar de desbloquear la votación, según sus colaboradores.
Derrotado, humillado, visiblemente conmocionado, McCarthy volvió tras la 14 votación a su escaño y su equipo pidió aplazar la votación hasta el lunes. Los demócratas se opusieron a gritos, en una escena más propia de la Cámara de los Comunes en Reino Unido que de la de Representantes en Washington. Hubo una votación sobre el receso, que fue negativa. «Una vez más», se pusieron a cantar los republicanos, cuando el acuerdo parecía ya cerrado. En la decimoquinta ronda, hubo un acuerdo por la mínima.
McCarthy accedió antes a muchas de las demandas de sus detractores en su propio partido, incluido el restablecimiento de una antigua norma de la Cámara que permitiría a cualquier miembro convocar una votación para destituirle. Las exigencias de los rebeldes, del ala populista, incomodaron a su vez a los republicanos moderados, de quien también depende el aspirante a presidente de la Cámara en situación más precaria en décadas. Por ejemplo, según han filtrado a los medios nacionales, una de las claudicaciones de McCarthy es permitir que se debatan y voten leyes para poner límites a los mandatos de diputados y senadores, como sucede con el presidente de la nación.
Los demócratas, a pesar de lamentar en público este espectáculo de los republicanos por el bloqueo institucional que supone, apenas pueden esconder su alegría por el colapso de sus oponentes tras unas elecciones parciales, celebradas en noviembre, con un resultado muy dividido.
Desde luego, en un centenar de años no hubo votaciones decimotercera, decimocuarta y hasta decimoquinta, como sucedió este 6 de enero. Los críticos son en su mayoría aliados de Trump, populistas que creen que su partido no ha tomado en serio sus denuncias de fraude electoral y otros agravios. Otros se la tienen jurada a McCarthy por haber apoyado a otros candidatos en primarias. Otros son simplemente provocadores natos, verdaderos antisistema, como Gaetz, que nominó en más de una vez a Trump como presidente de la Cámara, dando lugar a vítores de algunos republicanos y abucheos demócratas.
Las negociaciones han durado esta semana hasta entrada la madrugada. La estrategia de McCarthy ha sido ir haciendo concesiones mientras ha permitido que su candidatura haya ido fracasando una y otra vez, de una forma especialmente humillante ante unos demócratas cómodamente asentados en la Casa Blanca y el Senado.
Sin presidente de la Cámara no había en realidad poder legislativo pleno: los diputados estaban solo en funciones, son poder jurar el cargo o aprobar leyes o presupuestos. Tampoco podían cobrar su salario.
Los republicanos llegan en esta conmoción a un año en que deben ir preparándose las primarias de 2024, el año en que se renovará de nuevo el Capitolio y la Casa Blanca, tras un mandato de Biden marcado por el final de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania. El partido de la oposición carece asó de un liderazgo estable. Trump lanzó hace dos meses su tercera campaña a la presidencia, pero no ha ganado de momento mucho ímpetu y tiene a varios competidores que aspiran a ganarle en primarias.
No se veía en el Capitolio un espectáculo así desde por lo menos 1855, cuando hubo 133 votaciones durante dos meses. Aquellos eran los años previos a la Guerra Civil, con unos políticos amargamente divididos por la esclavitud y ante la posibilidad de prohibirla.
El hecho de que una veintena de diputados de una Cámara con 435 escaños pueda someter a todo el país a este bloqueo augura también una legislatura turbulenta, donde el consenso será todavía más complicado que hasta ahora, cuando mandaban los demócratas. La de McCarthy era, el viernes, la quinta candidatura que más tiempo está tardando en ser aprobada de la historia de EE.UU.
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