Más lío republicano: Scalise abandona su candidatura para presidir la Cámara

Scalise, hasta ahora número dos de la bancada republicana, renunciaba a la posibilidad de convertirse en 'speaker', en presidente de la Cámara de Representantes, al constatar que no tiene suficiente apoyo.

La mayoría republicana es escasa –producto de unos resultados por debajo de lo esperado en las elecciones legislativas del año pasado– y solo son necesarias cuatro defecciones en sus filas para no lograr suficiente apoyo en una votación en el pleno. Scalise tenía claro que estaba muy lejos de esa posición.

«Acabo de comunicar a mis compañeros que retiro mi nombre como candidato para presidente», dijo el ya excandidato. «Si se mira a nuestro grupo parlamentario, queda mucho trabajo por hacer. Todavía nos tenemos que unir, y no ha ocurrido. Queda gente que tiene sus propios planes».

Scalise, diputado por Luisiana, de corte conservador, era uno de los dos candidatos que se presentaron el miércoles en una sesión cerrada ante el grupo parlamentario para ser candidatos. El otro era Jim Jordan, de Ohio, todavía más conservador, muy cercano a Donald Trump y látigo de los demócratas como presidente de la Comisión Judicial.

Scalise obtuvo 113 votos. Jordan se quedó muy cerca, con 99. Lo normal en otra época es que la bancada se hubiera envuelto con la bandera del ganador, le hubieran coronado como 'speaker' y hubieran proseguido con sus prioridades legislativas.

No con este Partido Republicano, convertido en un reino de taifas en la Cámara Baja. Scalise se fajó a convencer a su bancada, pero no lo logró. Algunos diputados acérrimos de Jordan aseguraron que seguirían votando a su candidato. También había aliados de McCarthy que protestaban por una expulsión injusta y defendían que no recompensarían al segundo en la línea con una promoción.

Por si faltaba alguien, apareció Trump y cuestionó la capacidad de Scalise para liderar la Cámara por sus problemas de salud. «Steve es un hombre en muy mala situación desde el punto de vista de su cáncer», dijo el expresidente sobre Scalise en Fox News, en referencia al mieloma que sufre. «Tiene que ponerse mejor por él mismo».

Tras dos horas de reunión a puerta cerradas en el Capitolio el jueves por la noche, estaba claro que las divisiones seguían sin cerrarse. Tras la renuncia de Scalise, los republicanos volverán a reunirse el viernes por la mañana para ver qué pasos dar.

Todas las posibilidades están abiertas: que aparezcan nuevos nombres –en las quinielas están los de Tom Emmer y Kevin Hern– que sean candidatos de consenso; que se prorrogue al presidente interino, Patrick McHenry, y se le de poderes completos, aunque es cuestionable que el reglamento de la Cámara lo permita; que McCarthy instrumento un regreso casi imposible; o, incluso, que los legisladores moderados negocien un candidato con la oposición demócrata.

Ninguna de esas opciones es cierta. Lo único seguro es que el resultado de este lío es que la Cámara Baja de la primera potencia mundial sigue descabezada e inhabilitada. Sin presidente –la tercera autoridad de EE.UU., el segundo en la línea de sucesión al presidente– no tiene capacidad de impulsar y aprobar legislación. Como consecuencia, hay asuntos importantes y urgentes –resoluciones y paquetes de ayuda, negociación de una ley de gasto que evite un cierre gubernamental el año que viene– que están paralizados.