¿Qué nos dice la saga de los globos sobre el pulso entre China y EE.UU.?

Al forzar la mudanza de Roswell –la desértica conspiranoia americana de los ovnis– desde el luminoso Nuevo México hasta la frígida Alaska, Washington ha logrado algo tan difícil como desquiciarse todavía un poquito más. Hasta el punto de que un sheriff de Carolina del Sur ha tenido que recordar la inexorable ley de la gravedad a los espontáneos patriotas armados hasta los dientes y dispuestos a hacer por su cuenta lo que no hace 'Perro' Biden con ayuda de su hijo yonqui-corrupto: defender la soberanía nacional aunque sus balas no tengan el requerido alcance casi estratosférico.

Por supuesto, que el presidente Biden pueda confirmar en breve su intención de pelear por un segundo mandato tiene mucho que ver con esta delirante segunda parte de la película 'No mires arriba'. Un octogenario comandante en jefe no puede permitirse ni tan si quiera la apariencia de debilidad dubitativa en materia de seguridad nacional a pesar de la sobredosis de trivialidad de un globo, dos globos, tres globos… Entre otras cosas, este circo sirve para ilustrar el argumento de que la opinión pública de Estados Unidos no se toma suficientemente en serio el desafío de China, consumiendo como si no hubiera un mañana sus baratos teléfonos móviles y los vídeos de su plataforma TikTok sin reparar en que se trata de un Estado autoritario que multiplica el control sobre su población mediante la tecnología intrusiva. Quizá sea el momento de recalcar que Rusia es la tormenta pero China es el cambio climático.