¿Por qué EE.UU. ha llegado a una contradicción imposible en la guerra de Gaza?

Este domingo por la noche –al contemplarse la luna creciente en Arabia Saudí, en cuyo territorio se encuentran los lugares más sagrados del islam– comenzó el ramadán para muchos de los 1.800 millones de musulmanes del mundo. Este mes sagrado, en el que los observantes ayunan desde la salida hasta la puesta del sol, marca un periodo de reflexión religiosa, reuniones familiares y caridad. También es un periodo de multiplicadas tensiones y enfrentamientos entre palestinos e israelíes.

La posibilidad de un ramadán sin violencia en Jerusalén y Cisjordania no se puede separar del fracaso en las negociaciones para un alto el fuego en Gaza. De nada han servido los últimos esfuerzos directos e indirectos para hacer realidad una tregua de seis semanas durante la cual Hamás liberaría a unos cuarenta de los rehenes israelíes. Y a cambio, Israel liberaría a cientos de prisioneros palestinos.

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En lugar de conseguir en esta sangrienta gramática bélica una especie de coma que pueda convertirse en punto y aparte, Biden y Netanyahu se han enzarzado en una escalada pública de reproches. Según el presidente, el primer ministro está «perjudicando a Israel más que ayudándole». Afirmación tachada por Netanyahu como «errónea», además de justificar lo ocurrido en Gaza como reflejo de lo que quiere una «abrumadora mayoría» de israelíes.

En cualquier caso, las recientes decisiones de Biden para aliviar la desesperada situación de los civiles palestinos no han conseguido más que dejar en evidencia la imposible contradicción de su política, ya que al mismo tiempo sigue apoyando sin condiciones el suministro de armamento para las operaciones militares de Israel en Gaza.