Los países del norte piden más atención a Ucrania ante el foco de Borrell en Gaza

En efecto, Borrell había llegado a la reunión después de sus durísimas acusaciones públicas contra el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, empujado en parte por la corriente que intenta encabezar el actual Gobierno español para plantear nada menos que una «solución definitiva» para el conflicto de Oriente Próximo que implica la creación de un Estado palestino y una conferencia internacional de paz. Pero el resultado fue una discusión amplia y razonable entre los Veintisiete, el ministro israelí y los de Egipto y Jordania, además del representante palestino y de la Liga Árabe, sin ningún resultado concreto.

Entre otras cosas porque este consejo de ministros tenía que servir prioritariamente para desbloquear la aprobación del mecanismo para garantizar la ayuda financiera a Ucrania, que ha de ser aprobada por los jefes de Estado o de Gobierno en un Consejo Europeo extraordinario el próximo 1 de febrero; mientras que todo lo que concierne a la cuestión de Gaza en realidad está en sus primeros pasos. Lo que para algunos era un plan de paz diseñado por el propio Borrell se quedó en poca cosa porque al final de la reunión tuvo que reconocer que «dar detalles del plan sería prematuro, lo estamos diseñando y además participan otros países», sin olvidar que «España está en la base para un plan definitivo» basado en la creación de dos Estados en la zona.

Lo que se sabe es que se requiere una «amplia participación internacional» y que se iniciaría con la celebración de una conferencia de paz preparatoria que haga posible la negociación posterior entre los propios israelíes y palestinos. El ministro israelí de Exteriores, Israel Katz, que estuvo un tiempo en la reunión, ya les dijo que no está interesado en esta propuesta, sino, al contrario, lo que quería era pedir a la UE ayuda para seguir combatiendo a los terroristas de Hamás.

Lo que si parece estar bien enfocado es la misión de protección a la navegación en el mar Rojo, que aún no se ha aprobado, pero si que han empezado los preparativos. La decisión que falta es saber qué país estará encargado de coordinarla y el mandato de la misión, que no incluirá la capacidad de atacar a blancos en territorio yemení, sino solamente la de derribar los drones y misiles lanzados por las milicias hutíes que controlan el país. La opción más probable es que para actuar rápidamente lo mejor sería ampliar la operación Agenor que lidera Francia en el estrecho de Ormuz y el Golfo de Omán, y que no se ha diseñado para ser una operación europea sino que lo hacen una serie de países implicados en la zona y que además de Francia son Bélgica, Holanda, Dinamarca, Grecia, Italia y Noruega, Alemania y Portugal. Cuando sea una misión europea será financiada por fondos comunitarios. Será probablemente aprobada en el próximo consejo de Exteriores, el mes que viene, una vez que los miembros del Consejo hayan visto los detalles técnicos.

En cuanto a Ucrania, en la reunión participó, aunque por videoconferencia, el ministro ucraniano, Dmitro Kuleba. Borrell anunció su intención de viajar a Kiev a primeros de febrero, después del Consejo Europeo extraordinario, cuando se espera que ya se haya llegado a un acuerdo sobre la ampliación en 5.000 millones de euros más del FEAP (Fondo Europeo de Apoyo a la Paz), que es un instrumento financiero extrapresupuestario inicialmente destinado a prevenir conflictos, pero ahora que ya lo ha iniciado el dictador ruso Vladímir Putin se dedica a comprar armas para Ucrania. Hay dudas de si debe gastarse o no exclusivamente en industrias europeas o si se pueden hacer compras conjuntas en otros países o incluso iniciar una cooperación industrial con Ucrania, pero en todo caso ese dinero permitirá establecer «un fondo de asistencia» para Ucrania.

El Alto Representante explicó que había presentado a los ministros «un documento para dejar claro a los Estados miembros cómo funcionará el FEAP en esta nueva etapa y este nuevo momento», y al parecer «todos los ministros consideraron que era una buena base para revisar el trabajo» porque el principal interés de la UE es «proporcionar una ayuda predecible a Ucrania».

También se ha analizado la posibilidad de que parte del dinero que se entrega como ayuda a Ucrania provenga de los «beneficios inesperados» generados por los depósitos de los haberes rusos congelados por las sanciones europeas. Por ahora no hay base jurídica para hacerlo, pero la UE pretende separar las sumas que les fueron confiscadas para que puedan ser devueltas cuando Rusia cese en sus acciones ilegales.

Mientras tanto, el objetivo sigue siendo tratar de convencer al Gobierno húngaro de que levante su veto a una nueva partida de 50.000 millones de euros para Ucrania en los próximos cuatro años o en caso contrario encontrar una alternativa para hacerlo.