El Nobel a Liu Xiaobo revive en China la tensión de la Guerra Fría
Los medios controlados por el régimen de Pekín denuncian una trama para desintegrar el país, como ocurrió con la Unión Soviética y Yugoslavia
PABLO M. DÍEZ
La concesión del premio Nobel de la Paz al disidente chino Liu Xiaobo, entre rejas por pedir democracia, ha enfurecido al autoritario régimen de Pekín. A nivel interno, la noticia – portada en todo el mundo – ha sido censurada en los medios nacionales y filtrada en ... internet. Pero, de cara al exterior, el Gobierno ha reaccionado airadamente para criticar esta auténtica bofetada contra las vergüenzas de la nueva China del desarrollismo y la modernidad.
De hecho, Pekín ha sacado a relucir el fantasma de la tensión entre el bloque capitalista y el comunista durante la Guerra Fría, recordando que el Nobel premió el siglo pasado a figuras pro-occidentales como Mijail Gorbachov, “cuyos esfuerzos llevaron a la desintegración de la Unión Soviética”.
Así lo aseguran los editoriales del “Global Times”, el periódico en inglés del Partido Comunista, que acusa al Nobel de ser una muestra “de los prejuicios y el extraordinario terror al ascenso de China y su modelo”. Para dicho diario, el “destino de China no sería muy distinto al de la Unión Soviética o Yugoslavia, y el país se habría derrumbado, si se siguieran las ideas de Liu Xiaobo en pos de una democracia multipartidista”.
Por su parte, el periódico oficioso “China Daily”, también controlado por el régimen, va más allá e incluso llega a denunciar “una trama para contener a China”, lo que refleja “la profunda división ideológica entre este país y Occidente”.
Siguiendo las consignas de la propaganda, ambos medios califican a Liu Xiaobo de “criminal” que persigue desestabilizar a China e insisten en que ha sido condenado a once años de prisión por subversión contra el Estado. Pero no aclaran que su delito consistió en demandar democracia y derechos humanos con las 19 reformas que proponía en la “Carta 08”.
En el frente diplomático, Pekín ha cancelado sin dar explicaciones el encuentro previsto con la ministra de Pesca noruega, Lisbeth Berg-Hansen, de visita en la Expo de Shanghái. Días antes de que se concediera el Nobel de la Paz en Oslo, cuando ya sonaba el nombre de Liu Xiaobo como favorito, el régimen había advertido de que el premio “dañaría gravemente las relaciones entre China y Noruega”.
Mientras el flamante Nobel de la Paz continúa celebrando su premio entre rejas, su esposa, la poetisa Liu Xia, ha sido confinada bajo arresto domiciliario. Tras visitar el fin de semana a su marido en la cárcel de Jinzhou, a 500 kilómetros de Pekín, Liu Xia ha quedado incomunicada en su apartamento, custodiado por guardias de seguridad que impiden la entrada de familiares, amigos, periodistas que quieren entrevistarla y diplomáticos que acuden a felicitarla.
Es el caso del primer secretario de Asuntos Políticos de la delegación de la Unión Europea en China, Simon Sharpe, a quien tres vigilantes privados prohibieron el paso al bloque de Liu Xia, situado en el número 9 de Yuyuantan Nanlu detrás del Museo Militar y cerca de la antigua sede de la televisión estatal CCTV.
Como su móvil está fuera de servicio y no puede hablar con sus allegados, los grupos defensores de los derechos humanos ya han pedido su inmediata liberación, pero Pekín esperará a que pase el revuelo del Nobel para que pueda volver a su vida cotidiana. O sea, a la vigilancia por parte de la Policía cuando va a la compra y a las visitas a la cárcel para ver a su marido.
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