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Nancy Pelosi aterriza en Taiwán y China responde con la movilización de su ejército alrededor de la isla

La presidenta de la Cámara de Representantes asegura a su llegada que acude para «honrar el compromiso de Estados Unidos con la democracia»

La presidenta de la Cámara de los Representantes estadounidense, Nancy Pelosi | Vídeo: China muestra su fortaleza militar como respuesta a la anunciada de la visita de Nancy Pelosi a Taiwán efe | vídeo: fuerzas armadas de china
Jaime Santirso

Jaime Santirso

Corresponsal en Pekín

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Nancy Pelosi pisa ya suelo taiwanés, como la política estadounidense de mayor rango en hacerlo en un cuarto de siglo. Una visita que la presidenta de la Cámara de Representantes, tercera autoridad del Estado, ha caracterizado como manifestación del compromiso de su país con la democracia, y supone una colisión frontal entre la potencia establecida y la emergente. Despejada esa incógnita, en duda desde su filtración a medios internacionales hace dos semanas, la siguiente reside en la reacción de China.

El gigante asiático advirtió desde el primer momento con «medidas serias y resolutivas» ante lo que considera una «vulneración de su soberanía nacional», hasta el punto de amenazar con «desastrosas consecuencias para la región de Taiwán, así como para la prosperidad y el orden del mundo entero», según ha declarado esta tarde en rueda de prensa la portavoz del ministerio de Exteriores, Hua Chunying, mientras el avión de Pelosi se encontraba todavía en tránsito sin destino explícito.

La respuesta no se ha hecho esperar. Nada más tomar tierra, la televisión estatal 'CGTN' ha informado que cazas chinos Su-35 estaban «cruzando el estrecho de Taiwán», sin ofrecer más detalles al respecto. El ministerio de Defensa de la isla ha desmentido este extremo, asegurando que monitoriza todos los movimientos en la zona y reaccionará en función de las «amenazas del enemigo».

El Ejército Popular de Liberación, cuyos efectivos se han concentrado desde primera hora de la mañana en la provincia de Fujian, la costa del continente más próxima a Taiwán, ha anunciado «importantes ejercicios militares con fuego real» en seis zonas alrededor de la isla, los cuales podrían comenzar esta misma madrugada y se extenderán hasta el domingo. Estos involucrarán el uso de fuerzas navales y aéreas, así como el empleo de artillería convencional y de largo alcance. Pelosi, sin embargo, ya no estará allí, pues de acuerdo a su agenda abandonará Taiwán a primera hora de mañana miércoles tras reunirse con la presidenta Tsai Ing-wen.

Acelerar la reunificación

La última vez que las tensiones alcanzaron cotas semejantes, durante la tercera Crisis del Estrecho en 1995 y 1996, los ejercicios militares se limitaron a la costa oeste de Taiwán. Expertos consultados en meses precedentes por ABC respecto a una posible invasión ya apuntaban que uno de las primeras prioridades de China consistiría en el despliegue de fuerzas alrededor de la isla para aislarla, en línea con las maniobras anunciadas hoy.

El ministerio de Exteriores ha emitido un comunicado en el que afirma que la visita de Pelosi «viola gravemente la soberanía y la integridad territorial de China, socavando la paz y la estabilidad de Taiwán». «Solo hay una China en el mundo, Taiwán es parte inalienable de su territorio y el Gobierno de la República Popular es su único representante legítimo», ha sentenciado antes de añadir que «la cuestión de Taiwán representa el tema más importante, central y sensible en las relaciones sino-estadounidenses». Los medios oficiales chinos se han apresurado a pronosticar que lo sucedido «acelerará los esfuerzos de reunificación» de la isla autogobernada, considerada por China una provincia rebelde a la que nunca ha renunciado a someter por la fuerza.

Defender la democracia

Pelosi, por su parte, ha explicado los motivos de su viaje en una tribuna publicada en el 'Washington Post', la cual ha visto la luz en cuanto esta ha pisado Taipei. «Esta vibrante, robusta democracia, reconocida como una de las más libres del mundo está en peligro. (...) En los últimos años, Pekín ha intensificado de manera dramática las tensiones con Taiwán. (...) Hoy, América debe recordar su compromiso de apoyar la defensa de Taiwán». La presidenta de la Cámara de Representantes, sin embargo, ha aclarado que «nuestra visita en modo alguno contradice la política de Una China que durante tanto tiempo hemos mantenido. Estados Unidos sigue oponiéndose a los esfuerzos unilaterales para alterar el 'statu quo'».

Pelosi ha denunciado las violaciones de derechos humanos cometidas por el régimen en Hong Kong, Tíbet y Xinjiang y ha recordado cómo hace treinta años participó «en una delegación a China que, en la plaza de Tiananmen, desplegó una pancarta en blanco y negro en memoria de los que murieron por la democracia». «El mundo afronta una elección entre la autocracia y la democracia. (...) Al viajar a Taiwán, honramos nuestro compromiso con la democracia: reafirmando que las libertades de Taiwán, y todas las democracias, deben ser respetadas», ha concluido. La incógnita de su viaje, ya desvelada, conduce a China y Estados Unidos hacia una nueva crisis. Sus consecuencias representan otra de las muchas contenidas en ese misterio que, solo de momento, es el futuro.

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