Meloni realiza su segundo viaje a Túnez en cinco días para frenar la salida de inmigrantes

A Saied se le ha prometido también apoyo en las complejas negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que impone reformas al régimen autoritario del presidente tunecino, para conceder un préstamos de casi 2.000 millones de euros. Sólo en caso de acuerdo con el FMI, la Unión Europea está dispuesta a intervenir con un fuerte plan de apoyo (hasta 900 millones de euros), para evitar la quiebra de las finanzas públicas en Túnez. Sin duda, es extraordinario que un primer ministro viaje dos veces en cinco días a un mismo país en visita bilateral.

Esto da idea de la importancia de Túnez para el Gobierno italiano, que teme, si no se ayuda al país norteafricano, una avalancha de inmigrantes (la isla de Lampedusa está a 150 kilómetros). Desde comienzos de año hasta hoy, 53.606 inmigrantes llegaron a las costas italianas. Aproximadamente la mitad, partieron desde Túnez.

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Ángel Gómez Fuentes

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Tras el encuentro con el presidente Saied, se ha firmado una declaración conjunta. Giorgia Meloni ha expresado su satisfacción: «Es un resultado importante -ha dicho la primera ministra italiana-. Queremos llegar al Consejo Europeo a finales de junio con un memorando de entendimiento ya firmado. Es un paso muy importante hacia la creación de una verdadera asociación de Túnez con la Unión Europea que pueda abordar tanto la crisis migratoria como el problema del desarrollo para ambas orillas del Mediterráneo». Giorgia Meloni ha hecho otro anuncio: «Roma e Italia están listas para organizar la conferencia internacional sobre migración y desarrollo». Según la primera ministra italiana, la imagen de los tres líderes europeos en el palacio presidencial de Cartago «da una idea de lo comprometidos que estamos en dar una respuesta a nuestros vecinos tunecinos».

De todas formas, son numerosos los problemas a superar para lograr la estabilidad de Túnez, comenzando por el soberanismo populista del dictador Saied. Con su orgullo nacionalista no admite injerencias sobre las decisiones que debe adoptar su país. Y no quiere hablar de reformas. El presidente Said, elegido en el 2019, parece cada día más autoritario, con una Constitución a su medida, un Parlamento suspendido y los opositores perseguidos y encarcelados.

Incluso representantes de organismos internacionales denunciaron el ambiente de racismo creado por el propio Saied contra los miles de inmigrantes subsaharianos que se establecieron en Túnez. Saied rechaza las acusaciones y antes de la llegada de Meloni junto a Ursula von der Leyen y Mark Rutte, desafió a la UE ante la petición de que contenga la salida de migrantes: «Túnez -dijo Saied- no puede ser la guardia fronteriza de otros países».

Si no se estabiliza Túnez, el riesgo es que se vea agravada aún más su crisis social, política y económica. En el pasado, Túnez contó con una democracia, la única entre los países de Oriente Medio y el norte de África. Fue el precursor de la Primavera Árabe. En el país norteafricano, en diciembre de 2010, el vendedor ambulante Mohamed Bouazizi se prendió fuego en nombre de la dignidad y la falta de derechos, provocando revoluciones que derrocaron a dictadores en el poder durante décadas en toda la región. Túnez fue una esperanza y miles de ciudadanos de los países subsaharianos emigraron a Túnez.

Pero ahora, con Kais Saied en el poder, el país se empobrece cada día más, mientras los refugiados en su territorio continúan sufriendo violencia. Hoy Túnez necesita dinero desesperadamente para evitar la bancarrota y que se produzca una implosión económica, lo que sería una catástrofe con graves repercusiones también para Italia. Giorgia Meloni quiere evitarlo a toda costa. Para ello se ha hecho acompañar en su misión a Túnez de la presidenta de la Comisión Europa y del primer ministro de los Países Bajos, dos socios considerados estratégicos ante el Consejo Europeo de finales de junio que, en las intenciones de Italia, tendrá que ocuparse fundamentalmente de la inmigración.

Giorgia Meloni ha dado un giro de 180 grados en relación con la política migratoria que defendió en la oposición y al inicio de su llegada a Palacio Chigi. Entonces decía que «la solución a la inmigración está en el bloqueo naval». Ahora, Meloni considera que el bloqueo es imposible y que necesita a Europa para gestionar la inmigración. Por eso, el Gobierno Meloni aceptó el jueves, aunque fuera a regañadientes, el pacto europeo sobre inmigración, que estuvo estancado durante siete años. Fue aprobado en la reunión de los ministros de Interior de los 27 países de la UE, en Luxemburgo, donde Italia llegó a romper incluso con su aliado en Europa, el primer ministro húngaro Viktor Orbán, y con Polonia. Italia quisiera hacer de Túnez uno de esos «terceros países seguros», previstos por el nuevo pacto de inmigración europeo, a los que devolver a los inmigrantes que no obtienen asilo. Está por ver si lo consigue.