Marsella, ciudad sin ley
Encrucijada del tráfico de armas, drogas y seres humanos, los últimos gobiernos no ha logrado atajar la explosión de violencia en la ciudad francesa
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Corresponsal en París
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Iniciar sesiónCon ochenta muertos entre enero y julio de este año, víctimas de más de doscientos tiroteos entre bandas de delincuentes, traficantes de seres humanos, armas y droga, Marsella quizá se ha convertido en la capital del crimen en el Mediterráneo occidental.
Segunda ciudad de ... Francia, 250.000 de sus 870.000 habitantes (según el censo de 2020) viven en cuatro de sus diecisiete distritos, al norte de su periferia, donde las fuerzas del orden, muy numerosas, tienen muchos problemas para imponer la ley.
Antoine Lescure (nombre falso para no ser identificado), antiguo comisario de policía en esos distritos del norte de Marsella, comenta a ABC a través del teléfono su visión de esa ascensión de su ciudad en el 'ranking' de las capitales más peligrosas del Mediterráneo: «Históricamente, Marsella es una ciudad con mucha delincuencia, refugio de truhanes y delincuentes. Sin embargo, era bastante común pensar que la importancia de la mafia italiana, en Sicilia, y ciudades como Nápoles y Palermo, confería a esas ciudades el título poco honorífico de capitales del crimen. En los últimos años, la policía italiana ha conseguido triunfos importantes. Hace poco fueron detenidos capos mafiosos que eran famosos. En Marsella, desde hace una década, ningún gobierno de izquierda o derecha, de Sarkozy a Macron, pasando por Hollande, ha conseguido frenar la escalada del crimen en Marsella. Y puede temerse lo peor si nadie toma medidas excepcionales».
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El 2015, el entonces primer ministro Manuel Valls visitó Marsella con el fin de presentar un 'plan de seguridad'. Fue recibido con tiros de Kalashnikov, el célebre fusil de asalto de origen ruso. Los autores de aquel tiroteo nunca fueron detenidos, ni siquiera identificados. Ocho años más tarde, Emmanuel Macron visitó Marsella a finales del mes de junio para presentar un gran plan de 'relanzamiento' de la ciudad. Durante las cuatro semanas siguientes se sucedieron una decena de enfrentamientos a tiros entre bandas de delincuentes, cobrándose una docena de los ochenta muertos del semestre.
AK-47 a precio de ganga
En 2019, la Oficina Central de Lucha Contra el Crimen Organizado (OCLCO) estimaba que un fusil de asalto, el legendario AK-47 concebido por el famoso ingeniero ruso Mikhaïl Kalashnikov, podía comprarse por 2.500 euros. Cuatro años más tarde, el precio de los Kalashnikov ha descendido a los 1.000 euros. Precio de ganga.
La multiplicación de crisis, en los Balcanes y el Mediterráneo, ha convertido a Marsella en una de las grandes encrucijadas del tráfico de armas. El Kalashnikov es un arma de guerra presente en buena parte de los grandes conflictos de nuestro tiempo, de Afganistán a los Balcanes, pasando por Oriente Próximo y Libia. Una pistola de calibre 9 milímetros, comprada en Bulgaria a 50 o 100 euros, puede volverse a vender en Marsella al doble o el triple. Municiones y granadas de mano se trafica a precios muy bajos.
Si el tráfico de armas ha crecido de modo importante, el tráfico de seres humanos y drogas se ha diversificado. Durante los años de gloria de la 'French Connection', por los años 70 del siglo pasado, Marsella se consagró como encrucijada del tráfico de heroína entre Europa y los EE.UU. Medio siglo más tarde, el tráfico de drogas marsellés se ha diversificado y democratizado. En otro tiempo, los grandes traficantes de drogas eran mafiosos corsos, norteamericanos, marselleses de la vieja escuela. Desde hace una década corta, franceses de origen multicultural (africanos, magrebíes) crecidos en la 'banlieue' de grandes ciudades, o 'infiltrados' por las mafias que trafican con seres humanos a través del Mediterráneo, han organizado bandas que se reparten «territorios» y «mercados», sirviéndose de menores para distribuir droga a muy distintos niveles. Por ejemplo, n chico de 14 o 16 años puede ganar al día entre 100 y 200 euros vendiendo dosis de droga que pueden reportarle a su patrón más de 50.000 euros.
Durante los años 30 del siglo XX, Marsella ya fue un gran puerto con un legendario barrio prostibulario, frecuentado por marinos de paso y no pocos lugareños. Medio siglo más tarde, el puerto marsellés estaba en relativa crisis y el mercado prostibulario comenzó a «enriquecerse» con la llegada de inmigrantes de Níger y otros países africanos. Durante los dos o tres últimos años, las mafias nigerianas se han convertido en una «competencia» temible para los grupos tradicionales.
«2014 fue el año de la gran ruptura», comenta Marc Pioul, especialista en migraciones afroeuropeas. En su opinión, «ese año creció de manera espectacular el número de peticiones de asilo. Según las cifras oficiales, el 80 por ciento de las mujeres que buscaban refugio en Francia, en general, y en Marsella en particular, eran víctimas de las mafias que trafican con seres humanos. Lo mismo negocian el precio de las tarifas prostibularias que el precio de un asesinato de un rival de otra banda para controlar su territorio».
Yoda y DZ Mafia
Durante el rosario de batallas a tiros del último semestre, dos bandas han conseguido una cierta celebridad, Yoda y DZ Mafia. Ante esa amenaza creciente, Gérald Darmanin, ministro del Interior y aspirante a suceder a Emmanuel Macron en la Presidencia de la República, decidió a primeros de agosto enviar a Marsella varias unidades de las famosas CRS8 (especialistas en lucha armada, callejera, de las Compagnies républicaines de sécurité), con un resultado francamente modesto.
Frédérique Camilleri, la máxima autoridad policial en Marsella y su región al frente de la Prefectura del Estado, ha llegado a confesar en una rueda de prensa: «Temo que la guerra armada entre traficantes de armas, droga y seres humanos se haya transformado en una 'vendetta'. Estamos asistiendo a una trivialización de la violencia. Los tiroteos planten una problemática específica, de nuevo cuño».
Camilleri intenta hacer un balance relativamente «optimista» de varios meses de lucha contra la delincuencia: «Hemos detenido a 1.144 traficantes, se han requisado 740 armas de mano y 62 fusiles de asalto, se han confiscado más de 12 millones de euros a los delincuentes…».
Pero, paradójicamente, esos éxitos confirman el cáncer de la delincuencia y derramamiento de sangre. Y el mismo prefecto reconoce la evolución trágica de la delincuencia marsellesa: «Estamos asistiendo a la banalización del 'contrato' de delincuentes, siempre más jóvenes. Han desaparecido o están desapareciendo los equipos de asesinos tradicionales. Hace unos meses, la policía judicial detuvo a Matteo F*, de 15 años. Había matado a tiros a dos rivales, Djibril, de 15 años, y Kaïs, de 16. Confesó haber cobrado 200.000 euros por esas ejecuciones a tiros».
Pero, ¿cómo se ha llegado a esa situación y qué futuro tiene Marsella? Según los historiadores del urbanismo, la crisis global de Marsella comenzó a mediados/finales de los años 80 del siglo pasado, como consecuencia de la desindustrialización y la progresiva pérdida de influencia de su puerto.
Combatir la pobreza
Marc La Mola, antiguo policía de servicio en los barrios del norte de Marsella, tiene una visión razonablemente pesimista: «Las soluciones son políticas y policiales. Son necesarios más recursos. Hay que combatir la pobreza, al mismo tiempo que se lucha con más eficacia. La miseria urbana es tan peligrosa como la sangre derramada».
Boris Grésillon, autor de un ensayo sobre la historia de la ciudad, se desea voluntariosamente optimista: «Marsella es una ciudad desesperante, gran ciudad histórica, es la segunda urbe nacional y una de las más pobres. La ciudad tiene energías creadores que terminarán aflorando gracias a la colaboración entre el municipio y el Estado». Veremos.
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