Lukashenko se jacta de la llegada a su país de armas nucleares rusas y amenaza con emplearlas contra Occidente

Bielorrusia ha comenzado a recibir en su territorio el armamento enviado desde Rusia que ya había sido acordado desde hace semanas

Radiactivas, más destructivas y excluidas de los acuerdos de proliferación: así son las armas nucleares tácticas

El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko AFP

Rafael M. Mañueco

Corresponsal en Moscú

El presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, está como un niño con zapatos nuevos con las bombas atómicas que, según él, Rusia ha empezado ya a suministrarle. En una entrevista al canal público de televisión ruso Rossiya-1, Lukashenko ha asegurado que «tenemos misiles ... y bombas que hemos recibido de Rusia». Según sus palabras, «las bombas son tres veces más poderosas que las que se lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki».

La entrevista fue difundida el martes por la noche y en las imágenes el dictador bielorruso aparece junto a vehículos militares sobre el fondo de lo que parece el silo destinado a almacenar las ojivas nucleares tácticas, de menor potencia que las estratégicas, pero dotadas de un enorme poder destructivo. Lukashenko aseguró que Bielorrusia tenía en la época soviética «numerosas instalaciones de almacenamiento nuclear» y actualmente «cinco o seis de ellas han sido restauradas y acondicionadas».

Señaló también que el hecho de que estas armas nucleares tácticas estén bajo control de Moscú no impediría su utilización si lo estimara necesario, ya que, subrayó, él y el presidente ruso, Vladímir Putin, pueden comunicarse por teléfono «en cualquier momento». A su juicio, la presencia de armas atómicas en su territorio, «disuadirá a posibles agresores», en alusión a los países de la OTAN, tres de los cuales (Polonia, Lituania y Letonia) comparten frontera con Bielorrusia. Lukashenko cree que «siempre hemos sido un objetivo para ellos (Occidente), llevan queriendo hacernos pedazos desde 2020», cuando el monumental pucherazo que organizó para continuar siendo el presidente del país condujo a una ola de protestas que ahogó en sangre y represión. «Pero nadie se atreverá con un país que posee armas nucleares (…) espero no tener que tomar la decisión de usar estas armas en tiempos modernos. Pero no lo dudaremos de ser necesario», añadió.

Obsesionado con la posibilidad de un ataque de la OTAN, el presidente bielorruso ayer volvió a advertir que no le temblará el pulso si su país sufre una agresión. «Estamos listos para cualquier cosa», alertó. Anunció que, en tal caso, Bielorrusia entraría a participar en la guerra contra Ucrania que desató Rusia el 24 de febrero de 2022, algo que no ha hecho todavía de forma abierta aunque está permitiendo el despliegue de fuerzas rusas en su país. Al mismo tiempo, Lukashenko dijo tener la sensación de que «pronto acabará la guerra en Ucrania» sin explicar en qué fundamenta tal creencia.

El pasado viernes, Putin y Lukashenko mantuvieron un nuevo encuentro en el balneario ruso de Sochi y acordaron que las bombas atómicas rusas empezarían a ser desplegadas en Bielorrusia a partir del 8 de julio, fecha en la que se prevé que estén construidas y acondicionadas las instalaciones de almacenamiento. El presidente ruso anunció su decisión de dotar a Bielorrusia de armas atómicas el pasado 25 de marzo, tras insistentes solicitudes por parte de su homólogo bielorruso de dar ese paso como forma de compensar el supuesto envío del mismo tipo de armamentos por parte de EEUU a sus aliados europeos.

Putin aseguró ya en marzo que su país «ha ayudado a Bielorrusia a reequipar 10 bombarderos bielorrusos para portar armas nucleares tácticas y transferido al Ejército bielorruso el sistema de misiles Iskander», también capaz de portar carga atómica. Tanto Estados Unidos como la Alianza Atlántica han criticado duramente la decisión del Kremlin de volver a nuclearizar a un país que se deshizo de sus arsenales atómicos tras la desintegración de la URSS. Igual que Ucrania, que también se despojó de sus armas nucleares a cambio de unas «garantías de seguridad» que Rusia se comprometió a respetar como estado firmante del acuerdo de Budapest, pero que, viendo lo que está sucediendo en la actualidad, no ha cumplido.

Moscú, según el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, planea encima crear una «zona de seguridad» en Ucrania para defenderse de los ataques a su territorio del Ejército ucraniano. «Desde el territorio controlado por el régimen de Kiev, se llevan a cabo ataques, bombardeos a la infraestructura social y civil y a viviendas», aseguró ayer Peskov. Esta idea fue lanzada el martes por Putin durante una rueda de prensa que ofreció a los corresponsales de guerra rusos defensores de la invasión de Ucrania.

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