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Xi Jinping en San Francisco
En la agenda del encuentro de San Francisco figurarán todos los asuntos militares, tecnológicos y económicos que enfrentan a las dos superpotencias
Biden al volante
Hace seis meses las relaciones entre Estados Unidos y China pasaban por uno de sus momentos más bajos. No había apenas diálogo entre sus gobiernos y la rivalidad iba en aumento. Washington se quejaba no solo de los globos espÍas sino de que «no se ... nos ponen al teléfono». Las cosas han mejorado desde entonces, la comunicación vuelve a fluir y dentro de unos días Joe Biden y Xi Jinping se reunirán en San Francisco, antes de la cumbre de la APEC.
La Administración Biden se ha vuelto más asertiva en su proyección internacional. Ha desarrollado una política industrial muy potente, que reduce su dependencia de China. Se ha comprometido a largo plazo con Ucrania e Israel, una misma lucha en dos frentes contra la tiranía y el terrorismo. Asimismo, ha intentado frenar a China en su acoso militar a Taiwán y vetar la adquisición de su tecnología avanzada.
El mandatario chino, a cambio, no atraviesa sus mejores momentos. Como ha explicado Robert Gates hace poco, es un líder propenso a calcular mal sus decisiones estratégicas. Ha debilitado su economía con una pésima gestión del mercado inmobiliario y sigue sufriendo el fracaso de su política covid cero. La expansión global china a través de la nueva ruta de la seda tampoco da los resultados esperados. Mientras tanto, fomenta un culto al líder que lo equipare con gigantes como Mao Tse Tung o Den Xiao Ping. Pero su única baza para pasar a la historia sería una invasión de Taiwan, que llevaría a un enfrentamiento militar con Washington, al menos mientras Biden sea presidente.
En la agenda del encuentro de San Francisco figurarán todos los asuntos militares, tecnológicos y económicos que enfrentan a las dos superpotencias. También, la lucha conjunta contra la emergencia climática, una oportunidad para los dos países más contaminantes del mundo de trabajar juntos. La competencia intensa entre China y EEUU debe ir acompañada por una diplomacia constante que evite los accidentes y haga imposible las catástrofes. Con Biden está asegurada, pero si Donald Trump regresa a la Casa Blanca, la historia será muy distinta.