Irán no está para tirar cohetes

El régimen fundamentalista iraní se ha radicalizado desde las protestas populares de 2022, violentamente reprimidas en su día. La llegada al gobierno del clérigo Ebrahim Raisi ha marcado una fase de mayor control interior, más propaganda exterior contra lo que denomina el Gran Satán, Israel, y ningún progreso en la negociación para levantar las sanciones económicas internacionales, que comenzó Trump y mantiene Biden.

En ese contexto de dificultades económicas -solo la buena relación con China permite a Irán una salida a su producción de petróleo, principal fuente de ingresos- lo último que necesita el régimen jomeinista es una guerra con Israel, si quiere sobrevivir. La decisión de responder al ataque israelí contra el Consulado iraní en Damasco fue audaz por parte de Teherán. Por primera vez en los 45 años de Guerra Fría entre hebreos y persas chiíes, la respuesta incluía un ataque directo contra territorio judío. No obstante, Irán dejó claro desde el primer momento que no pretendía una guerra abierta, ni tampoco una escalada. No hay dinero apenas en las arcas de Teherán para sostenerla. Y las fuerzas armadas iraníes, al lado de las israelíes, son el 'ejército de Pancho Villa'.

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Según los últimos estudios militares. Irán todavía conserva aviones F-4 norteamericanos de los años 60, que no tienen ninguna capacidad de competir con los F-35s israelíes, el caza más avanzado. El ejército de Tierra iraní cuenta en parte con carros de combate de la Segunda Guerra Mundial.

Para completar el escenario, el régimen teocrático persa acaba de salir de un periodo de convulsión social, que tuvo como detonante la muerte de la joven sin velo Mahsa Amini. Para calmar las aguas, las autoridades relajaron el año pasado las medidas de vigilancia social, y el resultado ha sido una relajación inmediata en el uso del velo femenino obligatorio, en especial en Teherán, que cuenta con más de 9 millones de habitantes. Los zelotes del Gobierno de Raisi acaban de anunciar que la Policía religiosa volverá a patrullar por las calles.