«Quiero ser muy claro: el ataque no se llevó a cabo con la intención de dañar a los trabajadores humanitarios de WCK. Fue un fallo por una identificación errónea: de noche, durante una guerra, en condiciones muy complejas. No debería haber sucedido», afirmó el jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, Herzi Halevi, al presentar las conclusiones preliminares de su investigación.
Horas después de la agresión contra una furgoneta rotulada con la marca de la ONG, World Central Kitchen, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, admitió que se trató de «un error». Las declaraciones de Halevi pretenden matizar que los atacantes no reconocieron el vehículo como parte de un convoy de ayuda y por ello lanzaron tres proyectiles explosivos contra el mismo.
Esta respuesta llega apenas un día después de que los Gobiernos de EE.UU., Reino Unido, Australia, Canadá y Polonia, condenaran sin paliativos el ataque contra la oenegé del chef español José Andrés. Precisamente, los siete trabajadores humanitarios asesinados tenían nacionalidad de al menos uno de estos países.
El secretario de Estado de EE.UU. pidió el martes una investigación «rápida e imparcial» para esclarecer lo sucedido. El ataque, ocurrido en la madrugada del martes, ha provocado una intensa lluvia de críticas en el ámbito internacional que finalmente han derivado en un nuevo compromiso de Israel respecto a la entrada de ayuda humanitaria en la franja de Gaza, que, de momento, acude a cuentagotas.
El presidente estadounidense, Joe Biden, ha declarado estar «indignado y con el corazón roto», además de criticar duramente las acciones de Israel en Gaza: «No se trata de un incidente aislado».
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