La 'guerra de los McDonalds': la gran marca global, arrastrada por la violencia en Israel y Gaza
Las comidas gratuitas para los soldados israelíes dividen las franquicias de la gran cadena de comida rápida
Ya en la década de 1960, media docena de países árabes expulsaron a grandes empresas estadounidenses como Coca-Cola
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Clientes israelíes en un restaurante McDonald 's en Tel Aviv
Thomas Friedman lo escribió en 1999 en su libro 'The Lexus and the Olive Tree': «Nunca ha habido dos países que tengan McDonalds que se hayan hecho la guerra». Su 'teoría de los arcos dorados', una referencia a la 'M' amarilla que es el símbolo ... de la cadena de comida rápida estadounidense, fue una exageración entonces -EE.UU. había invadido ya Panamá, India y Pakistán se enfrentaron aquel año en la guerra de Kargil, todos ellos con BigMac en sus grandes ciudades- y lo es mucho más ahora. Solo basta mencionar la invasión de Ucrania por parte de Rusia, un país donde la apertura del primer McDonalds en los años noventa fue uno de los símbolos del fin de la Guerra Fría y donde había cientos de McDonadls cuando Putin decidió atacar a su vecino (la cadena decidió después abandonar el país).
Ahora, en Oriente Medio, los restaurantes de McDonalds no solo han dejado de ser señal de la estabilización de un país, de su abrazo a la 'Pax Americana'. En la guerra entre Israel y Hamás, sus hamburguesas se han convertido en arma arrojadiza, una pesadilla para una marca que triunfa por ser global y amable.
La agitación empezó pocos días después de los ataques terroristas de Hamás en Israel. La compañía que controla las franquicias en Israel, Alonyal Limited, anunció que estaba regalando miles de comidas a los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel, además de a hospitales en el país y ciudadanos en las inmediaciones de Gaza. En redes sociales, mostraban la preparación de miles de paquetes de comida para entregar al ejército. Además, ofrecía la comida a mitad de precio para todo aquel soldado o agente de las fuerzas de seguridad que se acercara a uno de sus restaurantes.
Símbolo global estadounidense
Seguro que los mandamases de McDonalds se echarían las manos a la cabeza en su sede en Chicago. La cadena de comida rápida es un símbolo global estadounidense, pero sus franquicias en todo el mundo tienen propiedad y gestión local. Y no hay nada peor para su marca que ocurriera lo esperado: el enfrentamiento entre franquicias.
La noticia de las donaciones de McDonalds Israel al Ejército israelí fue muy cercana a la explosión en un hospital de Gaza en el que murieron cientos de personas y en el que Israel y los terroristas palestinos se lanzaron acusaciones cruzadas por la autoría. Aquello fue respondido con ataques a restaurantes de la cadena estadounidense en Turquía, Líbano o Egipto.
«Este famoso restaurante que regala comida a Israel, que comemos todos los días y tiene locales en todo Egipto, todos sabemos cuál es pero no lo voy a nombrar», acusaba en 'TikTok' la estrella de las redes sociales en Egipto Ahmad Nagy. «Este restaurante hoy mismo no debería estar aquí, es lo mínimo que podemos hacer».
El problema es que, por el diseño de la cadena global, los principales perjudicados de esas acciones son los dueños y empleados locales. En el caso de Egipto, el multimillonario Yaseen Mansour, que controla las franquicias del país a través de Manfoods, una empresa que aseguró en un comunicado que da trabajo de forma directa e indirecta a 40.000 egipcios.
Al final, McDonalds Egipto tuvo que hacer lo que pocas empresas desean hacer en caso de un conflicto: posicionarse. Emitió un comunicado en el que anunciaban la donación de 650.000 dólares en ayuda humanitaria a Gaza.
Presión popular
La presión popular y los ataques a franquicias de McDonalds forzó a otras empresas que controlan locales en el mundo árabe a responder a la donación al Ejército de Israel. «Lo que hizo el titular de la licencia en Israel fue un acto individual y privado, sin la aprobación o dirección de la compañía internacional o de cualquier otro titular de licencia, en especial en el mundo árabe», reaccionó la compañía que opera McDonalds Kuwait. «Ni McDonalds global, ni nosotros ni cualquier otro país tuvo relación con esa decisión», dijo McDonald Arabia Saudí.
La compañía que controla las franquicias en Malasia agregó que la propiedad en el país es «cien por cien islámica» y que «esas acciones (de McDonalds Israel) son de un mercado independiente y no reflejan los valores o prácticas de McDonalds Malasia».
Hubo comunicados similares en Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Qatar, Turquía, Kuwait, Omán o Bahrein, en muchos casos sumados a donaciones humanitarias a Gaza.
El impacto de los conflictos en Oriente Medio en marcas estadounidenses no es nuevo. Ya en la década de 1960, media docena de países árabes expulsaron a grandes empresas estadounidenses como Coca-Cola por sus negocios y operaciones en Israel. Desde entonces, los llamamientos al boicot han sido rutinarios. Pero la 'guerra de los McDonalds' es diferente: muestra la complejidad de mantener una marca global -pero de marcado carácter estadounidense- en el polvorín de Oriente Medio.
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