OFENSIVA ISRAELÍ CONTRA HIZBOLÁ
«No es una guerra que Israel eligió. No puedes dejar que te tiren 5.000 misiles y no responder»
Tanto la sociedad israelí como la clase política y el Ejército piden «acabar» con la milicia libanesa y hacer volver a los más de 60.000 israelíes expulsados del norte del país
Netanyahu insiste en que sólo negociará «bajo el fuego» y que no está dispuesto a frenar los ataques contra Hizbolá
Madrid
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Iniciar sesiónApenas queda una semana para que se cumpla el primer aniversario de los ataques que hicieron explotar el avispero de Oriente Próximo, con los indiscriminados ataques de Hamás contra los kibutzs israelíes y la posterior ofensiva del Ejército de Israel sobre Gaza. Lejos de haber ... llegado a un alto el fuego en la Franja, el Ejército israelí ha abierto un nuevo frente de guerra con la milicia libanesa de Hizbolá en el norte de país.
Más que abrir, lo que Israel ha hecho ha sido endurecer la ofensiva contra Hizbolá . El 8 de octubre, un día después de los 1.200 asesinatos a sangre fría de Hamás en territorio israelí, la milicia libanesa lanzó cohetes y proyectiles hacia la región de Shebaa Farms al norte de Israel, en una acción vista como un gesto de «solidaridad» con los palestinos y un intento estratégico de aprovechar la crisis en Gaza para presionar a Israel en múltiples frentes. Desde entonces, el intercambio de misiles entre ambas partes ha sido continuo, lo que obligó a más de 60.000 personas abandonar sus casas en el norte de Israel.
La guerra en Gaza había agotado a la sociedad israelí. Sobre todo a las familias de los rehenes que semana tras semana piden al Gobierno de Netanyahu que llegue a un acuerdo para liberar a los todavía cautivos en Gaza. Algo que el primer ministro se niega a hacer. Sin embargo, el nuevo frente abierto en el norte cuenta, parece, con unanimidad: de la sociedad, de la clase política y del Ejército, a pesar de las llamadas de alto el fuego de la comunidad internacional.
«No es una guerra que Israel eligió. No puedes dejar que te tiren más de 5.000 misiles y no responder», cuenta a ABC por llamada telefónica Danny, un israelí y analista político. «Por supuesto, una solución diplomática es lo ideal, pero es muy difícil llegar a soluciones diplomáticas con terroristas fundamentalistas», continúa. Una opinión similar tiene Ricardo Nachman, forense que trabaja en la recuperación e identificación de los cuerpos carbonizados por Hamás el 7 de octubre. «Es imposible seguir con todo este año de continuos ataques con misiles en la frontera norte. El ataque no es al Líbano, sino a Hizbolá, que ha secuestrado al país. Me gustaría saber qué harían todos aquellos países soberanos del mundo si estuvieran en nuestra posición».
Hizbolá ha estado intensificando sus ataques contra las FDI lo que ha provocado bajas en ambos lados. Por su parte, Israel fue respondiendo con ataques selectivos como el que mató en Beirut a un alto líder de Hizbolá, Fuad Shukr, y asesor cercano a Hassan Nasrala a finales de julio.
Pero el giro total se produjo los pasados 17 y 18 septiembre, cuando 37 personas murieron y más de 3.000 resultaron heridas al estallar los sistemas de comunicación (buscas y 'walkie-talkies') de miembros de Hizbolá en Beirut. Tanto la milicia como el Gobierno libanés culparon a Israel de estos ataques. Después llegaron las lluvias de misiles de una parte y de otra.
«Esta ofensiva es muy importante si queremos que nuestros ciudadanos vuelvan a sus casas», explica por teléfono un ex comandante del Ejército israelí. «Después de un año de continua guerra, solo es posible una forma de ofensiva como esta, de forma activa contra un monstro como Hizbolá. Nadie, ni siquiera la comunidad internacional ha hecho algo», continúa.
Con toda la presión de la Asamblea de las Naciones Unidas, que esta semana se celebra en Nueva York y que apela a un alto el fuego (propuesta hecha por la Unión Europea y Estados Unidos) de 21 días en Líbano, la clase política israelí parece tenerlo claro: seguir golpeando a la milicia libanesa.
Varios ministros israelíes han reclamado a Netanyahu, que no acepte la petición de una tregua de 21 días con Líbano. Lo han hecho los ultranacionalistas del Partido Sionista Religioso, como el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich: «La campaña (militar) en el norte debe terminar en un escenario: aplastando a Hizbolá y negando su capacidad de causar daño a los residentes en el norte».
«No se debe dar tiempo al enemigo para que se recupere de los fuertes golpes recibidos y se reorganice para continuar la guerra después de 21 días», ha sostenido. La coalición de Netanyahu cuenta con el apoyo de Smotrich y otros miembros de extrema derecha que también se han opuesto sistemáticamente a una tregua en la guerra de Gaza, que no ha cesado.
El líder opositor, Yair Lapid, que también se ha mostrado duro contra Hizbolá, en su cuenta de X sí que argumentó que el Gobierno debería aceptar la propuesta de alto el fuego, «pero sólo durante siete días», con el objetivo de «no permitir que Hizbolá establezca sus sistemas de mando y control. No aceptaremos ninguna propuesta que no incluya la eliminación de Hizbolá de nuestra frontera norte». «Cualquier propuesta que se presente debe permitir a los residentes del norte regresar inmediatamente y sanos y salvos a sus hogares», finalizó.
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