El caso Amini destapa el odio iraní contra los kurdos
La muerte de Amini es la gota que colma el vaso en el intento por sojuzgar a uno de los pueblos más cultos de la región
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Iniciar sesiónEl régimen fundamentalista iraní toca a rebato contra la minoría de etnia kurda del país, a la que acusa de estar orquestando desde hace un mes un levantamiento social para acelerar la secesión del norte, donde es mayoritaria. La protesta contra la dictadura, tras ... la muerte de la joven kurda Amini por no llevar el velo islámico, prende en todo el territorio y en todos los sectores, pero el régimen ha encontrado el chivo expiatorio perfecto. La víctima era kurda y las protestas más violentas –debido a la represión a sangre y fuego– se localizan en el Kurdistán iraní. El pretexto para la acusación es magnífico, entre otras razones porque el régimen no tiene otro. Como música de fondo, las tropas de élite de la Guardia Revolucionaria atacan posiciones kurdas dentro de Irak para desmantelar una supuesta operación de apoyo a la secesión kurdo-iraní.
La alucinante tramoya política que está urdiendo Teherán para sobrevivir a la protesta se explica por lo imprevisto del levantamiento de estudiantes y obreros, de todas las regiones de Irán, pidiendo a gritos libertad. La muerte de Mahsa Amini ha sido la gota que ha colmado el vaso después de sucesivas vueltas de tuerca de los ayatolás para sojuzgar a uno de los pueblos más cultos de la región. Las proclamas de los manifestantes no piden pan, pese a las penurias en parte impuestas por las sanciones internacionales, sino «derechos de la mujer, vida y libertad». La dictadura del Sah ha sido reemplazada desde 1979 por otra del alto clero chií, mucho más gravosa y vejatoria, e –ironías de la historia– los escenarios de la protesta vuelven a ser los mismos, la universidad y la industria petroquímica.
El círculo de poder que rodea al ayatolá Jamenei ha acusado a la minoría kurda para justificar la represión, y rechaza toda crítica exterior aprovechando al máximo la coyuntura internacional. Irán vende drones a Rusia para bombardear Ucrania y se beneficia de la debilidad de la Administración de Biden, que ha tenido que frenar su acercamiento a Jamenei hasta ver si amaina el levantamiento popular.
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