Los eurodiputados alemanes quieren cerrar la sede de Estrasburgo en invierno por la crisis energética

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Rosalía Sánchez

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«Deberíamos reunirnos en Bruselas, al menos hasta la próxima primavera», defiende por ejemplo el político ambientalista de la CDU Peter Liese, que ha expuesto sus preocupaciones en una carta a la presidenta de la institución, Roberta Metsola. Según el eurodiputado Moritz Körner, del Partido Liberal (FDP), el edificio del parlamento en Estrasburgo debería «ponerse inmediatamente en hibernación energética». «La calefacción e iluminación simultáneas de dos complejos de edificios, en Bruselas y Estrasburgo, es una burla al contribuyente», critica la falta de sensibilidad de las instituciones europeas con la escasez energética que enfrenta la población. El diputado verde Daniel Freund se ha sumado a esta solicitud y va un paso más lejos, considera incluso concebible una suspensión más prolongada de las operaciones parlamentarias en Estrasburgo, más allá del invierno. El Parlamento Europeo no debería reunirse en Estrasburgo «hasta que termine la crisis energética», ha sentenciado.

El pasado fin de semana, unas 10.000 personas se han manifestado en Gera contra la inflación, la escasez energética y las sanciones contra Rusia, tras pancartas del partido nacional-populista Alternativa para Alemania (AfD). Protestas como esta se han registrado en varias ciudades del este de Alemania, como Plauen en Sajonia y Magdeburgo en Sajonia-Anhalt. Todas ellas destilan un sentimiento prorruso y un sentimiento antieuropoeo que está revigorizando a un partido de extrema derecha que parecía haber tocado techo. En las proclamas se repetían las críticas contra unas autoridades europeas que obligan a recortar consumo energético, pero que no logran poner fin a la espiral de inflación y que gastan dinero y energía a raudales, en opinión de oradores como Björn Höcke. Es a este discurso al que tratan de dar respuesta los europarlamentarios alemanes, dispuestos a prescindir de la sede de Estrasburgo como gran símbolo europeo del a eficiencia energética.

La Asociación Europea de Contribuyentes también viene pidiendo un replanteamiento en lo que respecta a los desplazamientos entre Bruselas y Estrasburgo. Este «circo ambulante» ha sido «un desastre ecológico y económico durante décadas», afirma su secretario general Michael Jäger, en declaraciones al diario alemán Bild, «esperemos que la crisis actual lleve por fin a un replanteamiento que debería haber tenido lugar mucho antes». Según los propios planes de la UE, sus organismos deberían trazar un camino ambicioso hacia la neutralidad climática.

Las instituciones europeas se han propuesto tener al menos un balance de CO2 neutral para 2030. «En el fondo, todos los que estamos sometidos a ese pendulaje entre las dos ciudades, tanto europarlamentarios como periodistas y funcionarios europeos, sabemos que se trata de un derroche de dinero, tiempo y energía que no podemos permitirnos y hablo por muchos compañeros que estarían también encantados de deshacerse de una práctica perjudicial en todos los sentidos y que solamente sigue ahí para satisfacer a los franceses», comenta una fuente habituada al trayecto ferroviario.