Desde que los rebeldes sirios lograran derrotar y hacer colapsar al régimen sirio dirigido por Bashar Al Assad este pasado fin de semana, uno de los focos de atención se desplazó a las cárceles donde, durante años, la dictadura baasista había encerrado y torturado a miles de opositores de distinto signos.
Los vídeos de presos, incluidos niños y mujeres, circulan por redes sociales desde el domingo y muchas miradas se centran en uno de los principales centros de detención de este régimen de más de medio siglo de los Al Asad, Saidaniya, situada a 35 kilómetros al norte de Damasco.
De ella circulan rumores escabrosos sobre miles de presos encerrados bajo tierra, por ejemplo, que ahora, tras su liberación, podrán ser confirmados.
Desde principios de 2024, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR) ha documentado la muerte de 69 civiles bajo tortura y por mala atención médica en cárceles y centros de seguridad del régimen.
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