La crisis de verano de Obama
A pesar de tener una de las mayores agendas reformistas en los últimos cincuenta años, el ocupante de la Casa Blanca y el Partido Demócrata no consiguen réditos políticos
PEDRO RODRÍGUEZ
Si el Senado cumple con su parte dentro del complicado proceso legislativo de Estados Unidos, el presidente Obama podrá firmar en breve su ambiciosa reforma financiera. Las nuevas reglas para Wall Street se sumarán al paquete de estímulo económico del 2009 por valor de 787. ... 000 millones de dólares y la contenciosa reforma sanitaria. Pero a pesar de la creciente lista de logros legislativos obtenidos a partir de una de las mayores agendas reformistas en los últimos cincuenta años, el ocupante de la Casa Blanca se enfrenta este verano a una intensa crisis de confianza política.
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Encuestas especialmente contundentes, como la publicada esta semana por el "Washington Post" y los servicios informativos de la cadena ABC, diagnostican un declive adicional en el esperanzador prestigio del presidente Obama. En estos momentos, cerca de seis de cada diez votantes de Estados Unidos dicen no tener fe alguna en que el presidente vaya a tomar las decisiones más acertadas para el país. Con una clara mayoría que desaprueba la gestión económica de la Casa Blanca.
Preocupación entre los demócratas
A tan sólo cuatro meses de las legislativas de noviembre, la preocupación resulta evidente en las filas del Partido Demócrata ante sus graves dificultades a la hora de traducir éxitos legislativos en réditos electorales. Situación de alarma que ha quedado reflejada en la tormenta desatada por el portavoz oficial de la Casa Blanca, Robert Gibbs, al reconocer en un alarde de obvia sinceridad el grave riesgo de que los republicanos se hagan de nuevo con una mayoría en la Cámara de Representantes.
Este verano de desasosiego también se extiende a la Cámara Alta, con un tercio de sus cien escaños en juego. Una serie de aspirantes republicanos está avanzando en jurisdicciones hasta ahora seguras para los demócratas como California o Wisconsin. Con la posibilidad real de que los conservadores se hagan con los puestos en el Senado ocupados en su día tanto por el presidente Obama como el vicepresidente Joe Biden. Hasta el líder de los demócratas en la Cámara Alta, Harry Reid, se encuentra en graves apuros ante Sharron Angle, la candidata alternativa respaldada por el "Tea Party".
Parte de la frustración estival de los demócratas pasa por la creencia de que a estas alturas del calendario electoral no parece que exista mucho margen de maniobra para que el presidente pueda evitar un descalabro en noviembre. Ya que esta vez, la magia electoral de Obama viene lastrada sobre todo por la economía, una tasa dolorosa de paro y un disparado déficit sin resultados tangibles de mejora. Además de la creciente desconfianza que el presidente inspira entre el decisivo bloque de votantes independientes.
En esta acalorada batalla de percepciones sobre capacidad de liderazgo también figuran los repetidos reproches de que el ocupante de la Casa Blanca no se encuentra en sintonía con la mayoría de estadounidenses. Según los datos manejados por Stanley Greenberg, encuestador de confianza de los demócratas, una mayoría del electorado percibe a Obama como demasiado escorado hacia la izquierda. Con un 55 por ciento de americanos que con poco agrado se consideran gobernados por un "socialista".
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