Obama eleva la catástrofe del vertido hasta el «prime time»

El discurso especial -al término de una coreografiada gira por las zonas afectadas de Misisipi, Alabama y Florida- aspira sobre todo a plantar cara a las crecientes críticas y dudas sobre la capacidad de liderazgo demostrada por el ocupante de la Casa Blanca ante lo que ya se empieza a etiquetar como el "Katrina" de Obama. Es decir, una catástrofe de tal volumen que el gobierno federal y los poderes públicos no puede aparentar un mínimo de respuesta efectiva con el consiguiente coste en términos de prestigio político.

En los últimos sondeos de la opinión pública americana, como los realizados constantemente por la firma Gallup, siete de cada diez votantes considera que la Casa Blanca no ha sido hasta la fecha suficientemente dura con British Petroleum . Percepción de no tenerlo claro confirmada irónicamente por recientes declaraciones del presidente, como cuando indicó a la NBC que necesitaba hablar con especialistas para "saber qué traseros hay que patear". De hecho, el respaldo a la gestión de Obama se sitúa en estos momentos en un 48 por ciento, frente al 62 por ciento de hace un año.

Dentro del tono cada vez más apremiante adoptado por la Casa Blanca, se espera que el presidente Obama plantee una especie de ultimátum a British Petroleum para que, más allá de hacerse cargo de los gastos de limpieza que ya alcanzan los 1.600 millones de dólares, se compromete a la creación de un fondo especial de compensación. Iniciativa que BP tendrá que financiar recurriendo a su dividendo anual pero sin derecho a administrar directamente los pagos a todas las víctimas de la marea negra. De no aceptar estas condiciones, la Administración Obama recurrirá a la vía judicial, respaldada por crecientes indicios de negligencia contra BP.

Más a largo plazo y con mayor trascendencia todavía, se espera que el presidente también insista en aprender de este desastre para tomarse en serio la superación de la dependencia petrolera que tiene la economía de Estados Unidos, con una nueva ley de energía que no termina de prosperar en el Congreso. Como anticipo, el propio Obama ha establecido comparaciones entre el fiasco en el Golfo de México con la ofensiva terrorista del 11-S , argumentando que este tipo de eventos vienen acompañados de profundos cambios en las prioridades y políticas del gigante americano.

Fuentes de la Casa Blanca han avanzado también que Obama adoptará en su discurso desde el despacho oval una retórica similar a la utilizada durante lo peor de la crisis económica. Con insistencia en que el vertido es una crisis a cámara lenta, resistente a los mejores esfuerzos para contenerla. Aunque sin olvidar promesas de recuperación, aunque no sea a corto plazo. El presidente de Estados Unidos tendrá la oportunidad de reiterar todos estos mensajes a la plana mayor ejecutiva de British Petroleum, con la que se reunirá cara a cara este miércoles