Guerra en Israel
Columbia: el epicentro de la guerra ideológica en las universidades de EE.UU.
La situación en Israel y Palestina ha ahoga las posibilidades de discutir con libertad sobre el conflicto en los centros educativos de excelencia
El antisemitismo creció en EE.UU. dramáticamente antes del ataque
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Corresponsal en Nueva York
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Iniciar sesiónLa tensión se nota desde que se pone el pie en el campus de la Universidad de Columbia, una de las joyas educativas de la primera potencia mundial, incrustada en el Upper West Side de Nueva York. En la escalinata que asciende a su ... monumental biblioteca, varios vigilantes de seguridad discuten con un joven que va envuelto en una bandera de Israel.
«Solo buscaba que los estudiantes judíos se sientan seguros en el campus. Llevaba dos minutos ondeando la bandera, llegaron unos yihadistas con su pañuelo terrorista y llamaron a seguridad», explica Jared a este periódico, una vez escoltado fuera del campus, en referencia a estudiantes de Columbia que llevaban kufiya. «Me llamaron terrorista y yo les dije que ellos eran pedófilos y violadores».
Jared no es estudiante de Columbia. Asegura que ha venido al campus para apoyar a los estudiantes judíos y «ponerse de lado de los civiles y los bebés secuestrados» por Hamás. Dice que muchas en muchas universidades estadounidenses «se defiende el terrorismo» y Columbia es el «epicentro de la yihad radical en universidades».
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Columbia ha sido, sin duda, el epicentro de la guerra ideológica en los campus de EE.UU. sobre la situación en Israel y Palestina. Aquí fue agredido un estudiante judío que colgaba carteles para la liberación de los rehenes de Hamás. Se ha cerrado el campus en varias ocasiones por amenazas de bomba. Ha habido protestas enfrentadas y abundante violencia verbal, soflamas antisemitas y antiislámicas, sobre todo en redes sociales.
La tensión explotó cuando llegaron enaltecimientos de Hamás y de sus ataques terroristas en Israel del pasado 7 de octubre. Un líder del grupo Estudiantes por la Justicia en Palestina calificó en una protestas esos ataques de «momento histórico sin precedentes para los palestinos de Gaza» y de «contraofensiva contra el opresor colonial».
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Un profesor, Joseph Massad, llegó a alabar la operación de Hamás en un artículo en una web antisionista como «victoria asombrosa». Este clima amable con Hamás fue contestado por voces como la de Shai Davidai, un profesor israelí que se considera izquierdista pero que clamó en una vigilia por las víctimas civiles de Hamás contra la rectora de Columbia, Minouche Shafik, a quien tachó de «cobarde» por permitir voces «pro-terroristas» en el campus.
Quedar al margen
«Muchos de los que no tenemos una relación directa con el conflicto preferimos quedarnos al margen, es un asunto muy sensible, es preferible no implicarse en esa tensión», cuenta Dennis, un estudiante de primer año, mientras disfruta de su almuerzo en la escalinata de la biblioteca. El ambiente polarizado y opresivo en el campus, como ha ocurrido en los últimos años con asuntos identitarios, ha asfixiado la posibilidad para muchos de interesarse o discutir sobre el conflicto, incluso en el faro de la libertad de expresión y del acceso a las ideas y conocimiento que debería ser una universidad de excelencia como Columbia.
«La libertad de expresión tiene consecuencias, se ha visto con los donantes», sostiene Dennis, en referencia al impacto de la guerra en Israel en las campañas de financiación de las universidades, que dependen mucho de grandes donantes y exalumnos, por lo general más cercanos a Israel. Columbia tuvo que suspender esta semana su día anual de recaudación, donde suele obtener cerca de 30 millones de dólares. En la Universidad de Pensilvania, otro centro de elite, varios donantes multimillonarios amenazaron con dejar sus aportaciones anuales en un dólar si los dirigentes del centro no dejaban de mirar para otro lado con actitudes antisemitas.
«En el plano social, el ambiente es pro-palestino. En el institucional, es pro-israelí», explica Dennis mientras acaba su bocadillo, en un resumen acertado de la guerra que se libra en las universidades.
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