China advierte a EE.UU. de que «si no pisa el freno, habrá conflicto»
Qin Gang, nuevo ministro de Exteriores y anterior embajador en Washington, se estrena en la Asamblea Nacional con una seria advertencia a la Casa Blanca sobre Taiwán y su creciente rivalidad
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El nuevo ministro de Exteriores de China, Qin Gang, se ha estrenado este martes ante los medios en la Asamblea Nacional Popular, que reserva uno de los días de su reunión anual para hacer balance de su diplomacia y lanzar sus principales mensajes internacionales.
Como anterior embajador en Estados Unidos, había mucha expectación por escuchar a Qin Gang, pero el régimen ha vuelto a limitar la presencia de periodistas extranjeros, sobre todo corresponsales occidentales, ahondando un hermetismo que no ha hecho más que aumentar durante la pandemia.
Por lo demás, nada nuevo bajo el sol y, de nuevo, preguntadas pactadas de antemano con los medios elegidos para impedir cuestiones sensibles, como Xinjiang, los orígenes del Covid y los derechos humanos, y que Pekín pueda dirigir el discurso sobre los temas que más le interesan.
A pesar de las esperanzas depositadas en Qin Gang para que mejore la relación con Washington y modere la creciente agresividad de la diplomacia china, se ha despachado a gusto con los principales rivales de China: EE.UU. y Japón.
«Lo que está en juego es el futuro de la humanidad»
A la Casa Blanca, y a una pregunta de la televisión NBC, ha advertido de que «si EE.UU. no pisa el freno y sigue acelerando por el camino equivocado, ninguna buena voluntad puede impedir que se estrelle y habrá seguramente conflictos y confrontaciones». En caso de que eso ocurra, se ha preguntado «¿quién asumirá las catastróficas consecuencias?» y ha alertado de que «tal competición es una apuesta temeraria y lo que está en juego son los intereses fundamentales de los dos pueblos e incluso el futuro de la humanidad».
Como ejemplo puso el reciente episodio de los supuestos globos espía chinos sobre EE.UU., que definió como «un accidente totalmente inesperado provocado por causas de fuerzas mayor». Qin Gang criticó duramente su destrucción porque «incluso aunque EE.UU. no creía que entrañaran una amenaza física, contraviniendo las leyes y costumbres internacionales, actuó con la presunción de culpabilidad, sobreactuando, abusando de la fuerza y dramatizando el accidente para crear una crisis diplomática que se podía haber evitado». En su opinión, «un accidente puede revelar algo fundamental. En este caso, la percepción de EE.UU. sobre China está gravemente distorsionada. Ve a China como su principal rival y reto. Este es el primer botón incorrecto que pulsa». Por este motivo, lamentó que «la relación entre China y EE.UU. se ha desviado de la línea racional y correcta», pero no aclaró la misión de dichos globos ni por qué han aparecido por varias partes del mundo.
Taiwan, parte del «sagrado territorio de la República»
Además de acusar a Washington de intentar contener a Pekín, algo que a su juicio «no hará grande a América ni detendrá el rejuvenecimiento de China», lanzó otros recados a la Casa Blanca relacionados con Taiwán. Leyendo la Constitución china, insistió que esta isla, independiente «de facto» pero reclamada por Pekín, es parte del «sagrado territorio de la República Popular y es un deber inviolable conseguir la reunificación de la madre patria».
Con el argumento de que se trata de un asunto interno de China, rechazó cualquier injerencia extranjera y abogó por la «reunificación pacífica». Pero se reservó «la opción de tomar todas las medidas necesarias» y recordó que «la ley anti-secesión de China aborda explícitamente este punto: en caso de que sea violada, debemos actuar en consecuencia». Es decir, que Pekín actuará con la fuerza militar si Taiwán declara formalmente su independencia.
Dando buena cuenta de su importancia, señaló que «la cuestión de Taiwán es el núcleo de los intereses centrales de China y la piedra angular de la fundación de las relaciones con EE.UU., así como la primera línea roja que no se debe cruzar en dichas relaciones». Por eso, instó a la Casa Blanca a «no interferir en asuntos internos de China» y comparó la situación con Ucrania. «¿Por qué EE.UU. habla de respetar la soberanía e integridad territorial de Ucrania mientras no respeta la soberanía e integridad territorial de China sobre la cuestión de Taiwán? ¿Por qué EE.UU. pide a China que no proporcione armas a Rusia mientras sigue vendiéndole armamento a Taiwán?».
Acusación a Washington de querer «rodear China»
Siguiendo con su análisis de la situación en Asia, Qin Gang también criticó «la estrategia de EE.UU. sobre el Indopacífico, que supuestamente aboga por la libertad y apertura y por mantener la paz y seguridad en la región, pero es un intento de formar bloques exclusivos para provocar la confrontación tramando una versión asiática de la OTAN y socavar la integración regional mediante el desacoplamiento y cortando lazos». Tras acusar a Washington de que «el verdadero objetivo del Indopacífico es rodear a China», auguró que este proyecto «está destinado a fracasar».
De dicha iniciativa, que abarca desde la India hasta el Pacífico pasando por Australia, forma parte Japón, país al que el titular chino de Exteriores lanzó un duro mensaje. Aunque empezó congratulándose por el hecho de que se cumplen 45 años de su tratado bilateral de paz y amistad y ambas naciones son ahora socias y no rivales, enseguida advirtió de que el «pueblo chino jamás olvidará el inmenso sufrimiento infligido por el militarismo nipón». Sacando a relucir las atrocidades de la ocupación japonesa durante la II Guerra Mundial, motivo recurrente del régimen para galvanizar a la población, recordó que «costó la vida de 35 millones de soldados y civiles chinos y nunca aceptaremos ningún revisionismo que altere el orden mundial de la posguerra».
La «crisis ucraniana», como la denomina Pekín para evitar la palabra guerra, también estuvo presente en su comparecencia. Además de repetir las consignas oficiales, Qin Gang recordó el plan de paz presentado por China, que ha sido acogido con escepticismo en Occidente por no condenar la invasión rusa y por su apoyo implícito a Putin desde el inicio de la contienda.
Respondiendo a estas acusaciones, insistió en que «China no ha provocado la crisis ni es una parte de ella y, además, no ha suministrado armas a ninguna parte del conflicto». Indignado porque Occidente no se cree la supuesta neutralidad de Pekín, se preguntó «¿por qué demonios culpar a China y amenazar con sanciones? Esto es absolutamente inaceptable». Pero, ignorando la nueva ofensiva lanzada por el Kremlin, acusó a «una mano invisible que empuja hacia la escalada del conflicto y usa la crisis ucraniana para servir a cierta agenda geopolítica». A la vista del discurso que ha mantenido Pekín desde el principio de la guerra y sus repetidas acusaciones a EE.UU. y la OTAN de azuzar las llamas, parece claro quién está detrás de esa «mano invisible».
China niega ser una amenaza para ningún país
Poniendo como ejemplo para el resto del mundo los lazos entre China y Rusia, porque a su juicio traen «más multipolaridad y democracia a las relaciones internacionales», Qin Gang rechazó que fueran una alianza de la Guerra Fría y negó que entrañen una amenaza para ningún país. Aunque declaró que «los líderes de nuestros dos países mantienen estrechos contactos y estos no harán más que fortalecerse en el futuro», no respondió a la agencia rusa Tass si Xi Jinping visitará Moscú tras la Asamblea, como le ha invitado Putin. Tampoco aclaró si China y Rusia dejarán de usar dólares o euros para sus transacciones comerciales como la venta de gas y petróleo, que han aumentado desde la guerra. «Sobre el uso de las divisas, la respuesta es clara: la que sea segura, eficiente y creíble», dijo.
En este enrarecido panorama internacional, sus escasas buenas palabras fueron para Oriente Medio y Europa, dos regiones con las que abogó por estrechar aún más sus lazos comerciales y diplomáticos. «Al margen de cómo evolucione la situación, China ve a la Unión Europea como un socio estratégico integral y apoya su integración. Con la dolorosa crisis de Ucrania en mente, esperamos que Europa alcance su autonomía estratégica y una paz y estabilidad duraderas», deseó Qin Gang, quien apostó por «superar las disrupciones y retos que afectan a nuestra relación para traer más estabilidad y orden al mundo».
Para los países en vías de desarrollo, también tuvo un mensaje de confianza inspirado en el modelo chino y, a una pregunta de la agencia paquistaní, negó la «trampa de deuda» que ensombrece algunos proyectos de las Nuevas Rutas de la Seda («Una Franja, Una Ruta», según la terminología de la propaganda). «China debería ser la última en ser acusada de la llamada «trampa de deuda». Los datos muestran que las instituciones financieras multilaterales y los bancos comerciales tienen el 80 por ciento de la deuda de los países en vías de desarrollo», se defendió Qin Gang. En este sentido, acusó del problema a «la rápida subida sin precedentes de los tipos de interés en EE.UU. desde el año pasado, que ha llevado a una masiva salida de capital en muchos países y agravado el problema de la deuda en las naciones afectadas».
Para su estreno al frente de la diplomacia china, Qin Gang se estrena con un discurso duro y contundente, pero sin el matonismo ni las salidas de tono que habían caracterizado últimamente a sus «lobos guerreros». Cuando le preguntaron si su nombramiento como ministro de Exteriores iba a suponer un mensaje más conciliador de China, recordó con una media sonrisa que, al llegar a EE.UU. como embajador, le acusaron de ser un «lobo guerrero» y ahora, tras volver a su país, se espera de él lo contario. «Me siento un poco perdido», bromeó con ironía.
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