La inteligencia artificial se topa con el autoritarismo de China
El gigante asiático presumía hace años de liderar las patentes en esta tecnología, pero la censura y las ansias de control han frenado su desarrollo
Corresponsal en Pekín
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Iniciar sesiónUna de las mayores fantasías concebidas por la mente humana comienza a hacerse realidad: en 2023, la inteligencia artificial (IA) ya es un fenómeno global. También en China. La aparición de una nueva tecnología con la capacidad de transformar el mundo lleva de inmediato ... a preguntarse qué podrá hacer por nosotros. Pero hay otro interrogante, quizá más sustancial: quién la controlará. La diferencia en materia de modelos políticos entre China y las democracias occidentales anticipa, del mismo modo, caminos dispares para el desarrollo actual y consecuencias futuras de la IA.
La irrupción mayoritaria se ha producido gracias a ChatGPT, capaz de realizar tareas antes impensables para una máquina –de momento entre ellas no se cuenta, por suerte o desgracia, escribir artículos como este–. El software ha llegado a China, pero solo en forma de piratería. Decenas de aplicaciones aparecieron semanas atrás en WeChat –plataforma universal en el país–, las cuales constituían en realidad portales que conectaban su interfaz con la IA estadounidense, con nombres diversos y a cambio de algo de calderilla.
Sin embargo, hace tiempo que China dejó atrás el paradigma de la copia para transformarse en una potencia tecnológica que ha llevado las posibilidades sociales de la innovación mucho más lejos y mucho antes que muchos otros países en determinados ámbitos –en particular comercio electrónico y pagos digitales–. Así, ante la aparición de ChatGPT los gigantes chinos se han apresurado a anunciar sus proyectos.
Entre ellos destaca Baidu, empresa surgida alrededor del principal motor de búsqueda chino. A principios de febrero, la firma anunció estar a punto de completar las pruebas de su IA, bautizada como 'Ernie Bot', en marcha desde 2019. También ha convocado una rueda de prensa en su sede central de Pekín para el próximo 16 de marzo, en la que se espera que su cúpula directiva presente el programa de manera oficial. Baidu tiene a su disposición una enorme cantidad de datos, por lo que representa el candidato chino mejor posicionado para seguir el ritmo de la innovación en Estados Unidos.
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No obstante, la adopción masiva de IA también conlleva riesgos evidentes. Uno de los lugares donde ya los han experimentado de primera mano es Hangzhou. Allí, la policía se ha visto obligada a desmentir un falso comunicado viral, generado por un sucedáneo de ChatGPT a petición de un usuario, que anunciaba nuevas restricciones al tráfico. «El contenido generado por las tecnologías de IA no siempre es correcto», afirmaba Xie Lianjie, abogado especializado en derecho de Internet, en declaraciones a medios oficiales. «Se necesita cierto conocimiento profesional para determinar si la información proporcionada es verdadera o no». Ahí empieza el problema.
La tensión entre innovación y control es mayúscula, en particular en un país sometido a la autoridad absoluta del Partido Comunista. De hecho, la mayoría de las copias de ChatGPT que se habían popularizado ya no están disponibles. Y los reguladores han advertido a las tecnológicas del país que no integren IA extranjera en sus servicios. Esta «podría ayudar al Gobierno de EE.UU. en su difusión de desinformación y su manipulación de narrativas globales para sus propios intereses geopolíticos», alertaba el diario oficial 'China Daily'.
Dichas instrucciones han redoblado la censura oficiosa del servicio, como oficioso era su uso. ChatGPT no está bloqueado en China pero no acepta la inscripción de usuarios localizados allí, como tampoco los de Hong Kong, Rusia, Irán y parte de África. «Si bien nos gustaría que nuestra tecnología estuviera disponible en todas partes, las condiciones en ciertos países dificultan o imposibilitan hacerlo de manera consistente con nuestra misión. En este momento estamos trabajando para aumentar la cantidad de ubicaciones donde podemos brindar un acceso seguro y beneficioso», explicaba su empresa creadora, OpenAI, por medio de un comunicado remitido a Reuters.
Problemas a la vista
La censura del régimen, que impide el acceso a medios internacionales –entre ellos ABC–, redes sociales, e incluso Wikipedia todavía no ha dado una respuesta definitiva a la IA. «Los chatbots sofisticados deberían agudizar nuestro enfoque en los posibles usos indebidos de la IA generativa. (...) Hasta qué punto tolerará el Estado chino el contenido publicado por chatbots, también aquellos entrenados en el Internet chino, fuertemente censurado, es una pregunta abierta», apunta un informe reciente del laboratorio de ideas alemán Merics. «El hipotético mal uso de los modelos de lenguaje, combinado con la generación de imágenes y voces, para producir propaganda masiva es otro problema inminente contra el que los gobiernos democráticos deberán protegerse».
Durante años, China presumió de poseer más patentes en IA que cualquier otro país, hasta el punto de que un informe elaborado en 2021 por la Comisión de Seguridad Nacional de EE.UU. alertaba de la «falta de preparación para competir en la era de la IA». Sin embargo, esta tendencia se ha invertido. China avanza ahora a la zaga. La censura ralentiza la implantación, pues la exigencia que impone a la tecnología es doble: no solo debe decir aquello que el usuario desea, también no decir aquello que las autoridades esconden. Bajo el mandato de Xi Jinping, además, los límites no han hecho más que retroceder, achicando espacios.
Hay otros factores estructurales. La ofensiva contra los gigantes tecnológicos, camuflada como una campaña antimonopolio, ha generado un clima de paralización muy distinto al de años atrás, cuando la confluencia de cultura emprendedora, apoyo estatal, vastos recursos, trabajadores preparados y el bloqueo a actores extranjeros creó un ecosistema único que producía tantos unicornios –empresas valoradas en más de 1.000 millones antes de salir a Bolsa– como Silicon Valley. A esto se añade, asimismo, la desaceleración económica –agravada por tres años de aislamiento y restricciones bajo la extinta política de Covid-cero– y la hostilidad geopolítica que dificulta el acceso a tecnologías punteras.
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Ante la duda, la mejor estrategia siempre consiste en escuchar a los que más saben. Y ChatGPT se siente obligado a prevenir ante el uso que las autoridades chinas puedan hacer de él. «Es posible que la inteligencia artificial se convierta en una herramienta utilizada por el Gobierno chino para vigilar a la población y restringir sus derechos y libertades. De hecho, ya se han implementado sistemas de vigilancia y control social en China que utilizan tecnologías avanzadas de IA, como el reconocimiento facial y la monitorización del comportamiento en línea». Y concluye: «Es fundamental que la IA se desarrolle de manera responsable y ética en todos los países, incluyendo China».
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