La CDU se aleja de la extrema derecha tras el toque de Merkel

A la pregunta del diputado verde Félix Banaszak, que solicitó un si o no sobre si sería investido canciller con los votos de AfD, el líder de la CDU, Friedrich Merz, respondió indignado: «Yo no sé si ha leído usted algún periódico últimamente o incluso si usted alguna vez ha leído un periódico, porque en ese caso entendería lo superflua que es su pregunta, a la que mi respuesta siempre ha sido clara, y es y sigue siendo clara: no permitiremos que ese grupo parlamentario nos lleve a una mayoría o a un gobierno. Incluso con preguntas tan capciosas como la suya, nada cambiará eso».

Esta rotunda aclaración tenía lugar veinticuatro horas después de que la excanciller Angela Merkel publicase un comunicado en el que calificaba de «error el permitir por primera vez y a sabiendas una mayoría con los votos de la AfD en una votación en el Bundestag». Y subrayaba que es necesario «que todos los partidos democráticos hagan todo lo posible juntos a través de las fronteras político-partidistas, no como maniobras tácticas, sino honestamente en el fondo, con un tono moderado y sobre la base de la legislación europea aplicable».

Lo cierto es que Merz había respondido a Merkel, en un acto en el Ostra-Dome de Dresde, en el que lamentó que AfD cuente con representación parlamentaria y reprochó: «Mi partido también tiene una gran responsabilidad en esto». «Si lo hubiéramos hecho mejor entonces», se refirió a la apertura de fronteras de Merkel en 2015, «AfD no habría entrado en el Bundestag en 2017». Pero el hecho es que cumplió después las indicaciones de la excanciller y, minutos antes de abordar este punto del orden del día, la sesión parlamentaria fue interrumpida porque llamó a los presidentes de los grupos parlamentarios socialdemócrata y verde, en busca de un acuerdo para que votasen la moción y evitar así una mayoría amasada solamente con AfD.

A pesar de que les ofreció modificar la moción a su gusto durante varias horas, recibió un no por respuesta y dio comienzo el debate, más bien chaparrón parlamentario, en el que Merz intentaba posicionar a la CDU como partido crítico con la inmigración y, al mismo tiempo, distanciarse de AfD, que se frota las manos con la refriega. El diputado de extrema derecha Bern Baumann expuso la lista de violaciones, agresiones y asesinatos a manos de refugiados en Alemania desde 2016 y los arrojó contra el resto de partidos: «Estos son los muertos de su cordón sanitario». La ministra de Exteriores, la verde Annalena Baerbock, instó a Merz a «definir lo que es hoy un conservador, si es un conservador Orban, y por extensión Putin, o si es un conservador que respeta la legislación europea y sus principios».

Entre acusaciones mutuas de mentir en sede parlamentaria y pérdidas reiteradas de la compostura en tan digna sede, Merz atribuyó a los partidos de la coalición semáforo, fundamentalmente socialdemócratas y verdes, que AfD tenga hoy en las encuestas el doble de los votos que obtuvo en las pasadas elecciones. «Es vuestra responsabilidad, esta situación. Yo, por mi parte, haré todo lo necesario para no ignorar las verdaderas preocupaciones de la gente y no gobernar de espaldas a los alemanes». «Y no olviden que no hay sólo un 23 de febrero -dijo, en referencia a las elecciones anticipadas que tendrán lugar en esa fecha-, también habrá un 24 de febrero y tendremos que hablar, por lo que es conveniente mantener ahora un tono que nos lo permita».

Pensando en ese 24 de febrero y a la vista de los aplausos que la bancada del Partido Liberal (FDP) dedicó a las intervenciones de Merz, parece claro que con quiénes mejor hablaría ese día es con ellos. Pero hay un problema: las encuestas coindicen en conceder al FDP un voto insuficiente para apuntalar a Merz en la Cancillería de Berlín.