El Brexit, cinco años después: el 57 % de los británicos votaría por reingresar a la UE

El análisis del profesor John Curtice, uno de los mayores expertos en encuestas del país, indica que este cambio se debe a dos factores principales. Primero, un porcentaje menor de los votantes que en 2016 eligieron el Brexit (67 %) siguen apoyando la salida en comparación con los votantes que eligieron la permanencia y que ahora volverían a votar por reincorporarse (80 %). Segundo, entre quienes no votaron en 2016, el 54 % dice que optaría por la adhesión a la UE frente a un 24 % que prefiere seguir fuera del bloque. Especialmente relevante es la opinión de los jóvenes: el 60% de los ciudadanos de entre 18 y 24 años votaría por reingresar.

Las razones detrás de este cambio de opinión son diversas. Según las encuestas de Redfield & Wilton, la percepción de los efectos del Brexit es mayoritariamente negativa en cuestiones clave como el coste de vida, el sistema de salud (NHS, por sus siglas en inglés) y la capacidad de las empresas británicas para exportar. Incluso entre los votantes del Brexit, una proporción significativa reconoce que la salida de la UE ha agravado la crisis del costo de vida. Un punto de particular desencanto es la inmigración, ya que muchos de los que votaron a favor de salir lo hicieron con la expectativa de que esta disminuiría, pero en realidad perciben que ha aumentado, lo que genera en muchos una fuerte sensación de frustración.

La pandemia de Covid-19 fue uno de los pocos aspectos en los que la opinión pública británica vio beneficios tangibles del Brexit. La rápida distribución de vacunas fue uno de los éxitos del gobierno de Boris Johnson y sigue siendo un factor que algunos votantes pro-Brexit destacan como positivo. Sin embargo, a pesar de ello, la percepción general es que las consecuencias económicas y políticas de la salida han sido predominantemente negativas.

El impacto del Brexit en las relaciones entre el Reino Unido y la UE sigue siendo un tema candente. Un estudio del European Council on Foreign Relations (ECFR) junto a YouGov y Datapraxis, que abarcó seis países europeos (Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Polonia y España), reveló que el 55 % de los británicos considera que su país debería acercarse a la UE, en comparación con sólo un 10 % que prefiere una relación más distante. En el resto de Europa, la opinión es similar: en Alemania, un 45 % quiere una relación más estrecha con el Reino Unido frente a un 9 % que prefiere mantener la distancia; en Polonia, la relación favorable es del 44 % contra el 5 %; y en España, del 41 % contra el 11 %.

Otra revelación clave de la encuesta del ECFR es que una pluralidad de ciudadanos británicos (50 %) considera que su gobierno debería priorizar las relaciones con Europa antes que con Estados Unidos (17 %). Esta opinión es especialmente significativa en un contexto en el que el Reino Unido se ha mostrado cada vez más reacio a seguir la línea de Washington en temas clave como China y Ucrania. Si el presidente Donald Trump presionara a Ucrania para hacer concesiones a Rusia, el 53 % de los británicos cree que su gobierno no debería seguir la posición estadounidense, mientras que sólo el 13% considera que sí debería hacerlo. En cuanto a China, el 43 % de los británicos opina que Europa debe definir su política hacia el gigante asiático de manera independiente de los norteamericanos, aunque ello genere tensiones con Washington.

Las implicaciones económicas del Brexit siguen pesando en la política británica. Según la investigadora Jill Rutter, del Institute for Government, el gobierno de Keir Starmer enfrenta decisiones clave sobre el futuro de las relaciones con la UE. A pesar de que el Partido Laborista ha prometido ser 'pragmático' en su acercamiento con los Veintisiete, las referencias específicas al Brexit han sido escasas en sus discursos. Sin embargo, ya han surgido signos de mayor flexibilidad, como la voluntad de unirse a la Convención Pan-Euro-Mediterránea para aliviar las reglas de origen en las exportaciones o la posibilidad de vincular los mercados de emisiones de carbono entre el Reino Unido y la UE.

El gobierno también ha buscado minimizar conflictos potenciales con los europeos. En Irlanda del Norte, por ejemplo, el Reino Unido decidió no impugnar una nueva regulación química de la UE bajo el Marco de Windsor, a pesar de la oposición de los unionistas. Asimismo, ha dado marcha atrás en su política de 'pre-settle status', lo que vendría a ser la residencia temporal, para ciudadanos europeos, optando por otorgarles la residencia permanente automáticamente una vez cumplidos cinco años en el país, en lugar de forzarlos a solicitarla nuevamente.

El futuro de las relaciones entre el Reino Unido y la UE sigue siendo incierto, pero está claro que el público británico es cada vez más consciente de las consecuencias, no siempre positivas, del Brexit. Mientras que en 2019 las elecciones giraron en torno a la implementación de la salida, en los comicios de 2024 el tema fue evitado por la mayoría de los partidos. No obstante, las presiones políticas para un acercamiento con la UE van en aumento, y las próximas renegociaciones del Acuerdo de Comercio y Cooperación en 2026 podrían ser el escenario donde esta nueva realidad política se refleje de manera tangible.