Bielorrusia lleva la guerra híbrida migratoria a Polonia

Reciben ofertas de emigración a Europa. Vuelan desde su país de origen a Moscú, donde el gobierno ruso no les exige visado de ningún tipo, y desde allí vuelan hasta Minsk, la capital de Bielorrusia, que emite visados a buen precio pero sin apenas requisitos legales. Después, un viaje en autobús los conduce hasta la frontera y la guardia fronteriza bielorrusa se encarga de encauzarlos a la fuerza hacia Polonia. «Sin teléfono no tenemos GPS y no podemos orientarnos en el bosque, hay voluntarios polacos que llegan con comida, ropa y bebidas calientes, pero pasamos mucho miedo: nunca sabemos hasta el último momento si los que se acercan son voluntarios o guardias fronterizos polacos o, peor aún, soldados bielorrusos».

La portavoz de la Guardia Fronteriza polaca, Anna Michalska, advierte que se avecinan «más provocaciones» y constata un aumento de la actividad migratoria ilegal instigado por las autoridades bielorrusas. Según los datos difundidos por Michalska, mientras en todo el año pasado hubo unos 16.000 intentos ilegales de cruzar la frontera desde Bielorrusia, en lo que va de 2023 ya se han producido más de 13.000 casos, y desde enero han llevado a cabo más de 400 detenciones, un número mayor ya que el correspondiente a todo el año 2022. «Cientos de migrantes han estado tratando de cruzar la frontera prácticamente todos los días (…) son jóvenes, y en todos los casos se trata de «ciudadanos de países principalmente de África y Asia», desbroza los datos. La teniente Michalska vaticina que, según la información obtenida por sus agentes y la recibida de las autoridades lituanas, «habrá intentos de desestabilizar la frontera en julio, coincidiendo con la Cumbre de la OTAN», en referencia a la reunión de líderes de la alianza que tendrá lugar en Vilnius, que se celebrará los días 11 y 12 de julio.

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«Sabemos que intentarán aumentar la presión migratoria en las fronteras con Lituania y Polonia con ese objetivo», confirma el portavoz de la Guardia Fronteriza de la región de Podlasie, la mayor general Kataryna Zdanowicz, que asegura además que los soldados bielorrusos se implican en los cruces ilegales de la frontera: «les proporcionan orientación y también en muchos casos escaleras con las que se ayudan para saltar las vallas». También alerta que Minsk podría aprovechar la celebración de un festival internacional de cultura eslava, el Festival Internacional de Arte de Vitebsk, previsto para esas fechas en la ciudad bielorrusa del mismo nombre, al que asistirán hasta 70.000 personas sin requisito de visado.

La Guardia Fronteriza polaca advierte en sus mensajes en las redes sociales que el acoso contra las patrullas polacas «va en aumento, así como la agresividad», y Michalska confirma que, desde principios de año, 13 vehículos han resultado dañados con piedras, ladrillos y ramas de árboles arrojadas desde el lado bielorruso. En su opinión no cabe duda de que Bielorrusia promueve una guerra híbrida entre sus fronteras para «desestabilizar a la Unión Europea con la llegada masiva de inmigrantes y solicitantes de asilo». La semana pasada, por ejemplo, varios agentes polacos de la Guardia Fronteriza recibieron disparos que procedían del lado bielorruso y un objeto fue disparado contra el vehículo en el que viajaban, perforando primero una ventana y después otra. La información sobre este ataque es todavía muy confusa.

El subdirector de la sede de la Guardia Fronteriza, Arkadiuz Tywoniuk, ha declarado ante un subcomité parlamentario que los agentes no pudieron precisar quién les había disparado ni con qué. El proyectil no ha sido identificado. Sus sospechas apuntan a un rifle de aire comprimido. Y este es sólo el más reciente de los incidentes que se repiten en ese tramo de frontera en los últimos meses. «A menudo lanzan piedras a las patrullas, también ladrillos y adoquines. Nunca ha habido un tiroteo pero los agentes viven en constante tensión», comenta Tywoniuk.

El Estado mayor polaco está preocupado por el comportamiento cada día más agresivo, tanto de los policías fronterizos bielorrusos como de los extranjeros que intentan cruzar ilegalmente la frontera y tratan así de espantar a las patrullas policiales. «No sabemos si nos están atacando inmigrantes o soldados bielorrusos, porque hemos comprobado que estos últimos visten a menudo de civil y a través de de las imágenes de vídeo hemos comprobado que algunos de los atacantes llevan una radio por la que se comunican, como la que podrían usar los servicios de inteligencia», dice Zadnowicz.

Un total de 16 coches patrulla han sido dañados por ataques de este tipo desde principios de año, diez de ellos en el mes de junio. El mes pasado, varios agentes fueron apedreados después de ser rodeados por un grupo de 13 supuestos inmigrantes ilegales en el bosque de Belozev, uno de los últimos bosques salvajes de Europa, por el que transcurre la frontera entre Polonia y Bielorrusia. Atravesarlo supone cruzar al menos diez kilómetros de espesos arbustos y ramaje, además de pantanos y ríos a nado. «En Bielorrusia todo el mundo sabe lo que está pasando, pero nadie puede hacer nada», añade Jan Agadouski, activista bielorruso exiliado en Polonia, «si opinas algo contra el ejército o contra Lukashenco eres encarcelado y además Putin ha anunciado el estacionamiento de armas nucleares en territorio bielorruso, por lo que todos viven casi en guerra y asustados».