Biden se convierte en un lastre para la campaña demócrata

Algunos candidatos a las elecciones de otoño evitan la presencia del presidente en sus mítines por su baja popularidad

Joe Biden: una presidencia de altas expectativas y baja popularidad

El hundimiento de Biden alarma a los demócratas

El presidente de EE.UU., Joe Biden, saluda antes de subirse al Air Force One en la base aérea de Andrews EFE

Javier Ansorena

Corresponsal en Nueva York

A Joe Biden se lo solían rifar los candidatos demócratas para hacer apariciones en mítines. Antes de llegar a la Casa Blanca, era una figura positiva para el partido: senador peleón durante décadas, lugarteniente de Barack Obama en una presidencia histórica, con pinta de ... patricio venerable pero con un discurso conectado con la clase trabajadora blanca, la que se ha despegado del partido en los últimos años. Ahora, como presidente, muchos de los que antes le buscaban le ven como un lastre para sus campañas.

Faltan dos meses y medio para las elecciones legislativas de noviembre, la gran mayoría de primarias ya se han celebrado y los candidatos elegidos se lanzan a la carretera con la mirada puesta en las urnas. En el bando demócrata se mira con preocupación la cita electoral: todo apunta por ahora a que perderán su mayoría exigua en la Cámara de Representantes y que les costará mantener el empate con los republicanos a cincuenta senadores.

En una situación así, el presidente y líder del partido debería ser un salvavidas para muchos candidatos. Sobre todo en estados y distritos competidos, donde las fuerzas están equilibradas entre demócratas y republicanos, y donde una visita del presidente y una aparición en un mitin puede ayudar a inclinar la balanza.

Pero no es así. Un sondeo elaborado por 'The Washington Post' entre sesenta candidatos demócratas en estos estados 'bisagra' muestra que muy pocos de ellos quieren que Biden haga campaña con ellos

Un análisis similar ha hecho Reuters, que señala que muchos candidatos demócratas buscan distanciarse del presidente. Un ejemplo paradigmático es el de Tim Ryan, diputado por Ohio que se ha presentado a un escaño en juego en el Senado en este estado, que durante el 'trumpismo' se ha escorado hacia los republicanos.

Ryan tiene enfrente a J.D. Vance, un candidato que se hizo célebre por sus memorias 'Hillbilly, una elegía rural', un retrato de la clase trabajadora blanca empobrecida que dio la presidencia a Donald Trump en 20126. Vance fue crítico con Trump en su ascenso al poder, pero ahora, como buena parte de los republicanos que buscan, tiene la fe del converso.

Encuestas igualadas

Las encuestas están muy igualadas y Ryan no cree que Biden le ayude. «No le hemos pedido que haga campaña en Ohio y no tenemos planes de hacerlo», dijo a Reuters Izzi Levy, portavoz del candidato demócrata. El mes pasado, Biden fue a Cleveland, la segunda mayor ciudad de Ohio, y Ryan alegó problemas de agenda y se libró de salir con él en la foto.

En un estado vecino y también disputado, Pensilvania, los principales candidatos demócratas, Josh Shapiro y John Fetterman, que optan a gobernador y senador, se han adelantado en las encuestas pese al mal momento del partido y a que se enfrentan a dos republicanos apoyados por Trump.

«Esperamos que el presidente venga al estado, pero no estamos seguros de hasta qué punto le acompañarán los candidatos. En este momento no tiene mucho sentido», aseguró a la agencia de noticias un alto cargo demócrata implicado en la campaña a gobernador. Es decir, le ven como un riesgo que no es necesario correr.

Que Biden sea una figura prescindible o que se quiera evitar tiene que ver con una palabra: inflación. Aunque el presidente ha tratado de culpabilizar a Vladímir Putin y su agresión a Ucrania de los precios disparados que sufre la primera economía mundial, los estadounidenses se acuerdan de él cuando empujan el carrito en el súper.

El índice de aprobación del presidente se empezó a torcer hace un año con la salida vergonzosa y trágica de Afganistán, empeoró con la persistencia de la pandemia de Covid-19 y se hundió con el avance de la inflación. A finales del mes pasado tocó fondo, cuando llegó a estar por debajo del 38%. No hay candidatos demócratas en esas carreras decisivas que tengan peor valoración Biden.

La aparición en público del presidente, de 79 años, titubeante y envejecido, tampoco ayuda. Como tampoco que Biden se haya convertido en el blanco de todos los ataques republicanos: uno de cada cinco anuncios de propaganda política es un ataque a Biden, que solo aparece con tono positivo en el 3% de la propaganda televisada, según un estudio del Wesleyan Media Project.

«Sin comentarios», respondió al 'Post' la campaña del senador Michael Bennet, de Colorado, sobre si Biden haría campaña con él. Tampoco mostró mucho entusiasmo la campaña de Gretchen Whitmer, gobernadora de Míchigan, otra demócrata en una carrera disputada: «Como ha dicho en anteriores ocasiones, la gobernadora Whitmer seguirá trabajando con cualquiera para conseguir cosas para la gente de Míchigan, incluido el presidente Biden y su Administración».

Gira triunfal

Biden todavía podría darle la vuelta a la tortilla. En las últimas semanas ha encadenado varias victorias legislativas. A pesar de la polarización que vive el Congreso y de las mayorías por la mínima que tienen los demócratas en las dos cámaras, ha sacado adelante una reforma -muy limitada, pero histórica- del acceso a las armas de fuego; un plan de subsidios para impulsar el sector de los semiconductores en EE.UU. y una ley de gasto climático y sanitario aparejada a una reforma fiscal que se le resistía desde finales del año pasado. Para rematarlo, esta semana ha cumplido con una promesa electoral de 2020 y ha anunciado la condonación de hasta 20.000 dólares de deuda estudiantil para las personas con ingresos por debajo de 125.000 dólares al año. Una decisión que meterá dinero en el bolsillo a 43 millones de votantes con la cita con las urnas a la vuelta de la esquina (quienes pagaron su deuda o quienes no accedieron a ella por no ir a la universidad quizá lo vean con peores ojos).

Para cambiar el paso a su Presidencia, se ha ido de gira para vender esos logros y mejorar las perspectivas demócratas en las legislativas. Es una incógnita si eso funcionará. A Biden le vinieron de perlas las restricciones de la pandemia en 2020 para hacer una campaña presidencial desde casa, por vídeo, sin desgaste, sin pifias verbales.

Desde entonces, no se ha prodigado en el formato. Este jueves arrancó esa gira en Maryland y era su primer mitin en meses. Se quitó la chaqueta, se remangó la camisa -estética de campaña- y alardeó de sus logros. Esta semana que entra visitará Pensilvania y la siguiente, Ohio. La presencia o ausencia de los candidatos demócratas que se la juegan en otoño será otro termómetro de la salud de su Presidencia.

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