Los demócratas cuestionan a Biden como candidato a la reelección ante los malos augurios de las encuestas

La ventaja de Trump en estados clave hace crecer las dudas, aunque sustituir ahora al presidente como cartel electoral de 2024 resulta muy difícil

El presidente Biden, a la salida de misa en Rehoboth Beach (Delaware) REUTERS

Javier Ansorena

Corresponsal en Nueva York

«Joey, no me compares con el Todopoderoso. Compárame con la alternativa». Joe Biden ha recordado en muchas ocasiones esta frase que le decía su padre. Le sirvió en 2020 para ganar la llave de la Casa Blanca, siendo un candidato que entusiasmaba a pocos, ... pero que se enfrentaba a Donald Trump y sus cuatro años turbulentos en la presidencia.

El problema para Biden es que en la comparación ahora con la alternativa -otra vez Trump, favorito absoluto para ser candidato republicano en las presidenciales del año que viene-, los votantes se inclinan por la alternativa. Eso es al menos lo que indica la encuesta del pasado fin de semana de 'The New York Times' y Siena College, que ha puesto de los nervios al partido demócrata. Si las elecciones se celebraran ahora, Trump se impondría a Biden en cinco de los seis estados decisivos para las presidenciales -Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, este último sería el único que caería del lado demócrata- lo que implicaría una victoria contundente del multimillonario neoyorquino. En algún estado, son diferencias profundas, de hasta diez puntos.

El sondeo registra grietas preocupantes en la coalición de votantes que llevó a Biden a la Casa Blanca -pierde por la mínima entre los menores de 30 años, el apoyo del voto femenino no compensa las pérdidas en el masculino, Trump gana entre los hispanos y llega al 22% en el electorado negro, frente al 8% de 2020- y no se habla de otra cosa en los círculos demócratas.

La ansiedad que ha provocado la encuesta -«el nivel de cháchara sobre esto tiene una intensidad que nunca había visto», confesaba de forma anónima un alto cargo demócrata a 'The Washington Post'- se entiende mejor por un problema adicional para Biden: la vicepresidenta, Kamala Harris, a la que se creía todavía más impopular que Biden -y es complicado, el presidente está por debajo del 40%-, sale mejor parada en una hipotética elección contra Trump que su jefe. Y todavía más preocupante: cuando se pregunta a los encuestados si elegirían a Trump o a un «candidato demócrata genérico», sin nombre, gana este último por ocho puntos (Biden pierde por cuatro).

Evitar rivales

Este último dato es lo que ha agitado el debate de algo que no se discute cuando un presidente en su cargo se presenta a la reelección: que surja un rival en primarias. En la historia moderna de EE.UU., donde el músculo recaudatorio de la Casa Blanca y de los órganos del partido hacen casi imposible que un aspirante le sierre el suelo a un presidente, este último nunca ha salido derrotado. Se percibe, además, como una señal de debilidad del presidente -cada vez que ha habido un rival serio en primarias, el presidente ha perdido la reelección- y el partido trata de evitarlo a toda costa.

Con Biden, sin embargo, el murmullo sobre la necesidad de buscarle una alternativa ha sido constante. Fue él mismo quien, en su primera campaña presidencial, pareció postularse como presidente de un solo mandato, como alguien que uniría al partido para sacar a Trump de la Casa Blanca y que sería, en sus propias palabras, «un puente» hacia una nueva generación de políticos demócratas. Pero la primavera pasada confirmó que se presentaría a la reelección y cerró el paso a cualquier alternativa. Ello a pesar de su impopularidad, de la insistencia de las encuestas en que los votantes preferían a otros candidatos -algo que afecta tanto o más para Trump- y del factor que menos le gusta hablar, de su edad. Concurrirá a la elección con casi 82 años y el 71% de los encuestados, incluidos la mayoría de los demócratas, le consideran en esta última encuesta demasiado mayor para el cargo (a Trump, pese a sus 77 años, pocos le achacan la edad).

El murmullo ya es ruido. David Axelrod, analista demócrata y exasesor electoral de Barack Obama, escribió en X (antes Twitter) tras conocer la encuesta sobre Biden que «solo él puede tomar la decisión» sobre si continuar en la carrera y que «lo que necesita decidir es si es algo sabio, si es su interés o en el del país». Bill Kristol, otro veterano de las campañas demócratas, fue mucho más directo: «Es hora de pasar el testigo a la siguiente generación. Es hora de que Biden anuncie que no concurrirá en 2024». Un editorial de 'The Wall Street Journal' le advirtió esta semana de que «se arriesga a desperdiciar su legado» con una derrota ante Trump.

Un partido sin alternativa

De vuelta con aquella frase de su padre, Biden tiene a su favor que no hay alternativa dentro del partido. Un diputado de Minnesota, Dean Phillips, ha dado el paso de presentar su candidatura, que no irá a ningún lado. Posibles candidatos de mayor entidad -Gavin Newsom, gobernador de California; Gretchen Whitmer, gobernadora de Michigan- no parece que vayan a dar un paso que, si les va mal, les convertiría en parias del partido demócrata.

La respuesta del equipo de Biden ha sido que son solo encuestas, que queda todavía un año, que lo mismo se decía de Obama en 2012 un año antes y salió reelegido. La única realidad es que cada día que pasa su reelección parece un poco más cuesta arriba.

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