Los dos años más duros de Biden en la presidencia con menos control de las Cámaras
La dureza del castigo en las urnas definirá su capacidad de maniobra en la segunda parte de su mandato
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Corresponsal en Nueva York
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Iniciar sesiónEn marzo de 2020, Joe Biden se calificó a sí mismo como un «puente» hacia una nueva generación de líderes en el partido demócrata. El entonces candidato a la presidencia de EE.UU. acababa de consolidarse como vencedor virtual de las primarias demócratas ... y se postulaba como un salvavidas para el país, alguien que lo rescatara de las turbulencias de la presidencia de Donald Trump.
Entonces, la palabra que utilizaban todos los analistas políticos era 'elegibilidad', la capacidad para vencer en unas elecciones frente al presidente republicano. Lo importante no era ser un candidato más o menos brillante, más centrista o más progresista. Lo que valía era la capacidad de tumbar a Trump.
Han pasado dos años, EE.UU. regresó este martes a las urnas, en unas elecciones legislativas que para muchos eran un referéndum a Biden, y la elegibilidad vuelve al centro de las consideraciones demócratas de cara al futuro.
Biden arranca ahora la segunda parte de su mandato en el que la dureza del castigo en las urnas por parte de los votantes -siempre penalizan al partido en el poder- definirá su capacidad de maniobra. Pero la cita presidencial de 2024 será el segundo factor que dominará lo que le queda de mandato.
Lo normal es que los presidentes que están en su primer mandato -como es el caso de Biden- busquen la reelección. Lo normal es que el partido les apoye y vuelque toda su maquinaria de financiación y de propaganda en su favor.
Pero ya casi nada es normal en la política de EE.UU. -el ascenso de Trump al poder es la mejor prueba- y la situación de Biden es muy diferente a la de anteriores presidentes en el cargo.
Para empezar, porque el «puente» del que hablaba Biden tiene su estructura debilitada. El presidente está hundido en las encuestas -solo aprueba su gestión el 42% de los estadounidenses- y ha dejado de ser una figura demandada en el partido: muchos candidatos en estas elecciones han preferido no aparecer con él en los mítines.
Inflación disparada, mella para la popularidad
La inflación disparada y la inseguridad han hecho mella en su popularidad y en las opciones de los demócratas en esta cita electoral. Pero también es cierto que Biden repite resbalones verbales y da apariencia de falta de energía. En 2020 se convirtió en el presidente más anciano de la historia de EE.UU. y en 2024 lucharía por ser el primer octogenario en ganar unas presidenciales. El próximo 20 de noviembre cumple 80 años, estaría a punto de cumplir 82 en esa cita electoral y se despediría de la Casa Blanca con 86. Seguro que muchos esperaban que ese puente no fuera tan largo.
El problema para los demócratas es que el panorama no está muy claro al otro lado del río. A falta de una nueva estrella que surja de los resultados de las elecciones, a falta de un gobernador o senador que asombre a EE.UU. durante el próximo año, las opciones de recambio para Biden no están claras.
La sustituta natural debería ser Kamala Harris, pero la vicepresidenta no brilla a la sombra de Biden y cosecha incluso una impopularidad peor que la de su jefe, con una aprobación por debajo del 40%. La opción de Bernie Sanders -el gran representante del socialismo en EE.UU.- siempre parece demasiado a la izquierda para movilizar al electorado. Pete Buttigieg, secretario de Estado e irrupción en las primarias de 2020, se antoja todavía inexperto. Algunos gobernadores -Gavin Newsom, de California, sobre todo- podrían dar el paso adelante. Y viejos conocidos como los senadores Elizabeth Warren, Amy Klobuchar o Corey Booker podrían volver a comparecer, pero no entusiasman a nadie. Sí lo haría Michelle Obama, ex primera dama, pero eso es más un sueño de directores de campaña que una realidad.
Las encuestas dicen que, ante ese panorama, Biden sigue siendo el que tendría más apoyos en primarias por parte del electorado demócrata. Pero eso no quiere decir que haya entusiasmo: según un sondeo de 'USA Today', el 64% de los votantes no quieren que Biden se presente a la reelección. El problema es encontrar a alguien con más posibilidad de ganar.
Biden dejó claro hace un par de semanas que quiere presentarse. «No he tomado una decisión formal, pero esa es mi intención», dijo en una entrevista en la cadena MSNBC. Su círculo íntimo ha defendido esta semana que el resultado de estas elecciones legislativas no influirá en su decisión.
La presión añadida vendrá por el costado republicano. Trump apunta a anunciar su candidatura la semana que viene, el 15 de noviembre, pese a que todavía más estadounidenses -el 68%, según esa misma encuesta- no lo quieren como candidato. Ese anuncio marcará el tono de la elección y obligará a los demócratas a dar pasos. Biden -o cualquiera que busque ser su rival- tendrá que dar señales de sus planes.
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