Alexander Van der Bellen, el rostro de la estabilidad austriaca
El presidente del país desde hace cinco años revalidó su liderazgo ante las urnas esta semana. Está considerado un hombre de consenso, e incluso los votantes más jóvenes valoran su «veteranía política» y su «sinceridad»
Corresponsal en Berlín
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Iniciar sesiónLas elecciones presidenciales del fin de semana pasado en Austria ofrecían escaso interés porque de antemano estaba garantizado el triunfo de Alexander Van der Bellen. Tanto era así que la mayoría de los partidos ni siquiera presentaron candidato para hacerle frente. Desde el Partido ... Popular (ÖVP) hasta el socialdemócrata (SPÖ), pasando por los liberales Neos, prefirieron respaldar a Van der Bellen. Otra de las claves de su arrollador éxito, además de este extraordinario consenso, es que a sus 78 años se lleva de calle el voto joven, que aprecia especialmente su «veteranía política» y su «sinceridad».
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En ninguna de las crisis que han tenido lugar durante su primer mandato, desde la crisis a los refugiados hasta la pandemia, y por supuesto la invasión de Ucrania, ha evitado llamar a las cosas por su nombre. Apenas cruzó Putin la frontera de Donetsk y Lugansk, mientras el presidente de Alemania Frank-Walter Steinmeier tardó dos meses en abandonar su discurso de equilibrio entre «los intereses ucranianos y los rusos», Van de Bellen llamó de inmediato a la resistencia. Durante la campaña ha repetido hasta lo indecible que vamos a «un invierno lleno de privaciones« y ha prevenido contra quienes intenten dividir a los austriacos sirviéndose de la inflación y la falta de calefacción: »Es intolerable incluso jugar con la idea de convertirnos en un aliado sumiso de semejante dictador«.
Sus palabras tienen la capacidad de amansar los impulsos antisistema y se ha convertido en el rostro de la estabilidad en tiempos turbulentos. No en vano, en sus primeros cinco años en el Hofburg ha tenido que nombrar cuatro jefes de gobierno y docenas de ministros. No es de extrañar que el 69% de los austriacos lo señale en las encuestas como «garante de estabilidad», un honor que se ha ganado además a base de actitudes independientes respecto a los aparatos de los partidos políticos.
De la socialdemocracia al liberalismo
Durante su juventud militó en la socialdemocracia, hasta finales de la década de los 80. En 1994 se unió al partido Los Verdes, que abandonó en 2016, diciendo antes de dar un portazo que no quería ser «apóstol de la moralidad». «He hecho mi camino, de un arrogante anticapitalista a un generoso liberal», explicó a su biógrafo Christian Neuwirth. Pero su biografía trasciende con mucho su curriculum político.
Hijo de una estonia y un ruso que huyeron de la revolución bolchevique en 1917, nació en Viena en 1944 y creció curtiéndose en el extremadamente precario contexto de la posguerra europea. Europa, por cierto, es la única bandera que sigue enarbolando con fuerza. «No juguéis la peligrosa carta de Austria y la idea de Europa», se ha permitido regañar a los nacionalistas del FPÖ.
La mayoría de los partidos ni siquiera presentaron candidato para hacerle frente
La cercanía forma parte también de su marca política. Sale a comprar en bicicleta, cultiva sus propias hortalizas con resultados irregulares y tiene una cuenta en TikTok, donde ha recibido el apoyo electoral de Arnold Schwarzenegger: «¡Sascha, mi buen amigo! Te deseo todo lo mejor en tu campaña», publicó el actor, que se refería al presidente por su apodo familiar. Sus seguidores se interesan a menudo más por sus avatares personales que por sus posiciones políticas y una de las preguntas más frecuentes es qué hace para conservarse tan bien a su edad. Asegura que no hace dieta ni deporte. Se confiesa un «lector apasionado» y asegura que empieza cada día con «un espresso bien fuerte y un buen sudoku».
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